viernes, noviembre 27, 2020

ONDINA. UN AMOR PARA SIEMPRE (UNDINE)

 

*** y 1/2                                                                                         

De vez en cuando el cine echa mano a la mitología universal y cuando esto ocurre frecuentemente nos encontramos con agradables sorpresas como esta pequeña pero más que sugerente producción alemana que recurre a un mito germánico, el de las ondinas, para contar bajo los consabidos ropajes de cuento de hadas una curiosa historia de amor enmarcada en el mundo y la época actual en donde, claro está, no puede faltar el elemento trágico y perverso de los cuentos alemanes. Un melodrama realista pero también un filme sutilmente fantástico que juega de manera efectiva con la simbología poética alcanzando pequeños picos de gran belleza en un conjunto no del todo redondo pero si totalmente convincente para espectadores exigentes.     

El director Christian Petzold repite con la pareja protagonista de su anterior En Tránsito (2018), Paula Beer y Franz Rogowski; ella da vida a Ondina, una joven de la que poco sabemos salvo que es licenciada en Historia y que trabaja como conferenciante de desarrollo urbanístico de Berlín para el ayuntamiento además de acabar de romper con su novio Johannes (Jacob Matschenz);  él es Cristoph, un buzo industrial que trabaja en los lagos cerca de Berlín y que comienza con Ondina una relación que se origina de una súbita y alucinante manera. El final del amor con Johannes traerá una especie de extraña responsabilidad para Ondina y una inquietante maldición para ella y su nueva pareja: algo relacionado con el nombre de la mujer, el de las ninfas de agua dulce germánicas (personajes existentes en muchas otras mitologías). Historia narrada con gran número de imágenes simbólicas, diálogos escuetos y sobre todo una genial ambivalencia entre lo real y lo fantástico, esta es una película que en dicha vertiente recuerda mucho a algunos trabajos de Julo Medem y demuestra la versatilidad temática en un mismo filme de muchas películas recientes del cine europeo.       

lunes, noviembre 23, 2020

EL AÑO QUE DEJAMOS DE JUGAR (ALS HITLER DAS ROSA KANINCHEN STAHL)

 


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Un clásico de la literatura infantil europea como es Cuando Hitler robó el conejo rosa  se asoma a las pantallas en una lujosa y esforzada producción germana que cumple y con nota su función de ser una digna y fiel traslación de esta lectura obligada en la enseñanza primaria alemana escrita por Judith Kerr (19323-2019) y publicada en 1977. Basada en los recuerdos de la infancia de la escritora marcados por la llegada de los nazis al poder y el comienzo del exilio de su familia de origen judío por diversos puntos de Europa, la historia sigue resultando intensa y conmovedora y una de las mejores crónicas de la vivencia cotidiana durante el nazismo con el valor añadido de estar narrada bajo la mirada inocente infantil. Caroline Link (Una mujer en África) dirige con clase una película lógicamente muy adecuada para la infancia y totalmente recomendable al público adulto amante del bien cine. Dicho sea de paso, resulta incompresible el que en la traducción española se haya cambiado el título a una historia ampliamente conocida en nuestro país por el título citado al principio de estas líneas  

Las peripecias de los Kemper, una acomodada familia berlinesa que por su condición judía tiene que abandonar la capital alemana en 1933 para trasladarse primero a una aldea suiza y después a París renunciando a su más o menos lujosa vida es vista por la pequeña de Anna (Ryva Krymalowski), de 10 años y alter ego de la autora como una extraña epopeya de nuevos países, gentes y constumbres extrañas, renuncia a comodidades e inesperados apuros económicos al tiempo que el espectador contempla el proceso de maduración de su joven protagonista en un contexto incómodo que su inocencia infantil lima y pondera y su avanzada inteligencia para su edad consigue hacer extraer concluyentes y hermosas reflexiones. La metáfora del conejo rosa de peluche incautado como al resto de pertenencias de los Kemper por los nazis visto como el robo de la infancia de la protagonista sigue teniendo toda su fuerza evocadora. Una suntuosa fotografía, una ambientación histórica de lujo, unos paisajes y entornos internacionales de postín y unas excelentes interpretaciones, especialmente del nutrido reparto infantil realzan una película más correcta que sin ser nada del otro jueves constituye una buena muestra de cine familiarr inteligente y con mensaje