martes, septiembre 17, 2024

EL 47

 



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Una mirada a la historia reciente de España y Catalunya tan evocadora como aleccionadora es lo que aporta esta excelente cinta que constituye el cuarto largometraje del cada vez más consolidado Marcel Barrena (Segundo Orígen, Cien Metros, Mediterráneo) con la ciudad de Barcelona y más concretamente uno de sus barrios, el periférico y obrero Torre Baró, típico asentamiento de origen chabolista de inmigrantes en las grandes urbes españolas en los 50 y 60, no sólo como telón de fondo sino como protagonista colectivo. La lucha pacífica que se llevó a cabo en 1978 por dotar al empobrecido y alejado barrio en la ladera de una montaña de una parada de autobús para evitar la marginalización de sus habitantes, casi todos de origen andaluz y extremeño, es lo que se cuenta de manera sencilla pero muy matizada y delicada en una película que bebe claramente del cine de Ken Loach en su orientación social pero también y sobre todo trata de cumplir una función didáctica en su afán por mostrar un pequeño retazo de historia contemporánea que sin duda influyó decisivamente en la configuración actual de la ciudad de Barcelona – a partir de los 80 una urbe moderna y cosmopolita que culminó con la celebración de unos Juegos Olímpicos- y en muchas otras ciudades de la península con similares asentamientos en donde a partir de los 50 del siglo XX llegaron gentes del sur de España en busca de una vida mejor: ese propósito no sólo se cumple con creces sino que nos regala una película fascinante y emocionante en donde los héroes son gente sencilla y humilde que simplemente buscaba una situación mejor y un futuro halagüeño para sus nievas generaciones. El caso del autobús 47 tuvo un nombre, y fue el del autobusero extemeño Manolo Vital, que consiguió una importante mejora para su Torre Baró al lograr que el bus que conducía tuviese parada en el asentamiento. Eduard Fernández, que da vida a este héroe ciudadano fallecido en 2010, esta simplemente sensacional; su interpretación huele a Goya y confirma el estado de gracia del actor catalán, uno de lso mejores intérpretes españoles de la actualidad, quien además tiene pendiente a la hora de escribir estas líneas algún estreno relevante. Un trabajo de diez el suyo.

No sería justo sin embargo deseñar el mérito de un cast más bien coral en donde brillan entre otros Clara Segura como Carmen, la esposa catalana nativa de Manolo, antigua monja; Zoe Bonafonte como Joana la hija de Vital y personaje clave como representante de una nueva generación del barrio que quería integrarse en la prosperidad de la ciudad; Oscar de la Fuente como Antonio y Salva Reina como Felipín, dos vecinos andaluces de Torre Baró; David Verdaguer como el concejal Narcis Serra y Carlos Cabezas como otro personaje clave en la historia, el doctorando universitario Pasqual Maragall, colaborador de Manolo Vital en su lucha. La reivindicación de Manolo no fue fácil tal y como se refleja en el filme: incomprensión de sus compañores en el transporte urbano y una enorme crisis en el mismo, la a vreces escasa colaboración inicial de los vecinos y los problemas que esto le acarreó a nuestro protagonista, la actitud chulesca de las fuerzas del orden que aún tenían estructura franquista en aquel 1978 (los tristemente célebres “grises”) y sobre todo el total desprecio y rechazo de las instituciones municipales, que aún veían los barrios del extrarradio como un nido de ciudadanos pobres y de segunda sin apenas derechos. La película sabe templar los rítmos, poner las escenas más desgarradoras donde se debe (el incendio), cambiar de escenarios y de contextos (el barrio, el ayuntamiento, el entorno urbano del centro barcelonés, las cocheras de los buses) y hacer del relato una historia de personajes cada uno con sus circunstancias sin perder de vista ni un momento la centralidad de Manolo y su familia, y todo lo culmina con unos momentos épicos y para nada impostados, aunque el epílogo del filme pueda parecer un poco excesivo por su sentimentalismo. Con dosis de melodrama, costumbrismo y vocación antropológica – es clara además la reivindicación de la figura histórica de los emigrantes en la Catalunya del siglo XX- El 47 es una estupenda película que pone de manifiesto que en España la media de calidad de nuestro cine está aumentando.