domingo, agosto 17, 2025

INDOMABLES (ON SWIFT HORSES)

 



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Esforzada y elegante producción independiente estadounidense basada en una novela de Shannon Pufahl que ofrece un melodrama sustentado en premisas sentimentales, eróticas y emocionales con el telón de fondo de aspectos más turbios del sueño americano precisamente en una época donde este estaba ensalzado e idealizado. Un director televisivo como Daniel Minahan se esfuerza en ofrecer un filme que va más allá de planteamientos minimalistas y predecibles y la película, sin grandes alardes, logra ser un trabajo sólido e interesante. Es un filme de actores en donde un quinteto de jóvenes intérpretes funciona como un reloj cada uno en complejos y despistantes roles. El australiano-vasco Jacob Elordui es el rostro más visible del elenco y uno de los dos personajes catalizadores: Julius Walker un joven idealista de ambigua moral dedicado a negocios dudosos y al juego que irrumpe en la vida de su hermano Lee (Will Poulter) y su cuñada Muriel (Daisy Edgar-Jones) - el otro personaje clave- cuando estos llegan a California. Pese a que parece que Julius desea a quedarse a vivir con su adorado pero escéptico hermano y con la apasionada y aparentemente ingenua Muriel, al final este decide marcharse a Las Vegas a trabajar en un casino, donde conocerá el amor junto con otro hombre, su compañero Henry (Diego Calva) y la sordidez del mundo del juego en Las Vegas. Mientras tanto, Muriel, cansada de su rol del ama de casa perfecta y fascinada por Julius y su libre modo de vida decide a espaldas de su marido dedicarse a las apuestas de cabellos además de iniciar una relación sentimental con su vecina, Sandra (Sasha Calle), atraída por lo prohibido de la homosexualidad en un contexto tan represivo como el de los EEUU de la postguerra.

Funciona muy bien la narración en este filme con unos intérpretes que se esfuerzan con sus engañosos personajes aunque al fin de cuentas tampoco es que les otorguen demasiado relieve. Elordi y Edgar-Jones están excelentes cada uno en sus papeles como dos seres que en realidad se complementan cada uno con sus circunstancias especiales, especialmente la segunda que resulta todo un descubrimiento. Buena ambientación de época y una interesante fotografía aderezado todo con una interesante banda sonora con temas clásicos de los 50 y otros nuevos. Se percibe cierto resabio al primer Terrence Malick o a Hal Ashby en la manera tan setentera de plantear la película, una pequeña gemita que no debería pasar desapercibida en cartelera.