domingo, abril 10, 2011

Mís 50 discos que te cagas (23): MIKE OLDFIELD –TUBULAR BELLS (1973)



 
No es exagerado decir que Tubular Bells se trata de uno de los discos más famosos de la historia: año tras año (y ya son casi cuarenta) la popularidad de este álbum no ha decrecido en absoluto con millones y millones de copias vendidas en todo el mundo, aparición de diferentes fragmentos de la obra  en películas, documentales, sintonías y anuncios, y lo que es más significativo, el hecho de que su bella y célebre portada se haya convertido en todo un icono de la cultura pop que ha trascendido lo meramente musical. La ópera prima de un por entonces pipiolo compositor y multiinstrumentista originario de la ciudad de Reading de tan solo 19 años fue además responsable de la consolidación del por entonces recién nacido sello discográfico Virgin, cuya referencia primera en su catálogo fue este Tubular Bells. Al joven Mike Oldfield le costó convencer a diferentes disqueras para que le dejasen grabar aquel disco cuya maqueta, solamente instrumental, sonaba verdaderamente extraña en aquella época: una especie de suite de musica clásica interpretada con instrumentos de rock en su mayor parte y en donde se experimentaba con sonidos, repetición de notas y melodías y se insertaban de vez en cuando algunos guitarrazos de rock convencional aproximando aquel producto a los cánones del rock progresivo o sinfónico. Pero Oldfield, músico semiprofesional desde los 15 años y antiguo bajista de la banda de Kevin Ayers, quería que aquella pieza fuese algo más y así lo entendió el joven y excéntrico propietario de Virgin, Richard Branson, quien se quedó pasmado de las habilidades multiinstrumentistas del postadolescente Mike y de su genialidad como compositor.

Tubular Bells vió la luz en mayo de 1973 y aunque le costó arrancar, un año después era número uno en las listas británicas, llevando vendidas ya miles de copias y curiosamente sustituyendo en el número a su LP siguiente, Hergest Ridge. Musicalmente, el disco fue uno de los primeros exponentes del movimiento ambient (música moderna instrumental para relajar los sentidos) y que fue un claro antecedente de la música New Age. Tomando como referencia a compositores clásicos de vanguardia como Sibelius, el minimalismo de Philip Glass y Terry Riley, músicas tradicionales de diversas partes del mundo (celta, flamenca, eslava), y diversas prestancias del mundo del rock progresivo, Oldfield se marcó 49 minutos de viaje musical de primera categoría tocando el solo casi todos los instrumentos, además de coproducir el álbum. Las sesiones de grabación como era de esperar fueron muy laboriosas (desde otoño del 72 hasta primavera 73), aunque la primera parte del álbum, la mas pulcra y sencilla, solo precisó de unas pocas semanas. Los mil veces oídos compases de piano repetitivos iniciales (que fueron utilizados aquel año en el film El Exorcista) han creado escuela, siendo una de las primeras aproximaciones del minimalismo musical en el rock. Después, el resto de la primera parte del disco  fluctúa entre varios palos, desde el preciosismo melódico de los compases siguientes a la introducción hasta el guitarreo casi hard y bastante jam session, tanto del movimiento posterior como de otro instante de esta primera parte en la que Olfield muestra su innata habilidad y versatilidad con las guitarra eléctrica (como ya lo demuestra con la acústica en otros pasajes más delicados). Momentos jazzistícos, étnicos, acústicos y bucólicos se suceden antes de dar paso al final de la primera parte, otro de los momentos mas logrados (y conocidos) de TB, cuando el polifacético artista Viv Stanshall presta su voz para presentar a diferentes instrumentos que van superponiendo consecutivamente su melodía (la misma prácticamente) hasta dar paso a las “campanas tubulares”

La segunda parte de TB es aún más exuberante, comenzando por un agradable fraseo continuo  de guitarras acústicas superpuestas de regusto inequívocamente ambiental que desemboca en un apacible tema de guitarra acústica, órgano y mandolina. Los cambios de rítmo y tempo de un movimiento a otro comienzan a sucederse con las “guitarras sonando a gaitas” y su torbellino sonoro que da paso al excéntrico tema conocido como “The Caveman” o “Piltdown Man”, en el que en una base de batería tañida hasta la extenuación y unas guitarras hard a lo Jimmy Page, el propio Mike emite vocalizaciones “de cavernícola” dañando literalmente su garganta. El disco concluye con un bello penúltimo tema con un envolvente órgano Farfisa de fondo y Oldfield demostrando su poderío guitarrista. Y como coda final (añadida a posteriori en la grabación), el único tema no compuesto por Mike en este álbum, la divertida pieza naval tradicional británica Sailor´s Hornpipe  poniendo una guinda simpática, folkie y lúdica a un disco ambicioso.  

Mike Oldfield a partir de este momento mantendrá una relativamente exitosa carrera aunque bastante irregular en lo artístico, cultivando al principio el art rock, la música experimental y el ambient para pasar en los 80 a un sonido más pop y comercial (con canciones cortas y LPs no basados en suites) pero sin renunciar a las innovaciones sonoras y al concepto arty y virtuosista dentro de la música. En lo 90 vuelve a los sonidos más cercanos a las Nuevas Músicas (que él ayudó a crear) y que estaban tan de moda y se acerca a la experimentación electrónica y cibernética, algo que desarrollará en los 2000. Pero absolutamente nada de lo que ha hecho ha superado a Tubular Bells, un disco tan único, innovador y peculiar que solo pudo haber sido parido una vez. Y siempre le estaremos muy agradecidos a Mike Oldfield por ello.


FICHA TÉCNICA

Géneros: Ambient, Art Rock, Rock Sinfónico, Proto New Age
Publicación: mayo 1973
Sello original: Virgin
Producción: Mike Oldfield, Tom Newman y Simon Heyworth
Duración: 48:57
Músicos:
Mike Oldfield: guitarra acústica, guitarra eléctrica, bajo, guitarra española, órganos Hammond, Lawrey y Farfisa, guitarras distorsionadas, piano, whistle, xilófono, mandolina, piano “honky tonk” , percusiones, órgano amplificado, cascabeles, campanas tubulares, voces
Mundy Ellis: voz
Sally Olfield: voz
Steve Broughton: batería
Jon Field: flautas
Lindsay L. Cooper: contrabajo, oboe
Vivian Stanshall: maestro de ceremonias
Simon Hayworth, Tom Newman: efectos de coros varios


Track listing

1- Part One
2- Part two

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