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Los continuos reboots de las franquicias de superhéroes- independientemente de su empresa creadora- resultan cansinos y poco útiles bajo cualquier punto de vista salvo tal vez el comercial (digo tal vez ya que esto de volver a repensar una saga en poco espacio de tiempo era algo impensable hace unos años) y la verdad es que da algo de pereza el aproximarse de nuevo a tal o cual superhéroe u a otro personaje surgido del mundo del cómic sabiendo de antemano que en realidad las posibilidades de que haya algo bueno o verdaderamente novedoso son mínimas. Superman, el héroe superdotado por excelencia, después de varias películas dentro de la productora de la editorial DC (DC Studios) en donde fue encarnado con cierta propiedad por Henry Cavill regresa en un nuevo reboot diseñado obviamente para atraer a una nueva generación de público y para tratar de poner al día el mito del hombre de acero, con unos resultados bastante discutibles. Vendida como un regreso al tono evasivo de las películas de los 70 y 80 protagonizadas por Cristopher Reeve, en realidad esto es otra cosa: si, se apuesta por el tono ligero y la aventura y la acción pero fijándose mucho (demasiado) en proyectos cinematográficos de sus rivales de Marvel y orientando a este nuevo Superman a una sucesión de escenas de catástrofe y acción muy estandarizadas que podían ir fácilmente inconexas, personajes muy cliché y sin carisma empezando por un Superman que según palabras de los responsables de este reboot pretendía librarse del tono afectado del de Henry Cavill (si, ya ves tu que afectación tenía aquel) y un guion deslabazado, simple y previsible. Si, se ha recuperado el tono de evasión del mítico personaje, pero eso no era óbice para un Superman tan previsible y con tan poco relieve. James Gunn, que ya dirigió el último Escuadrón Suicida y encandiló a un sector del público con Los Guardianes de la Galaxia no es ninguna lumbrera como director y solo puede elevar a este nuevo Superman a un entretenido divertimento y poco más.
El nuevo Hombre de Acero es David Coreswet, actor de escaso currículo que muestra ciertas dotes pese a lo limitado de su personaje. Un Superman/Klark Kent cuya caracterización mezclando elementos más o menos serios como el de su problemática implicación (no deseada por muchos) en la política internacional y en conflictos bélicos o sus dudas en cuanto a su verdadera misión en la tierra, con elementos de comedia muy tontos en cuanto a diálogos y supuestos gags – y no solo por la intervención del superperro Krypto, la primera en un producto de imagen real- , no resulta ni oportuna ni efectiva siempre dando la sensación de que todo iría mejor en esa peli si se hubiese aportado más decididamente por el primer elemento. Aparecen los personajes habituales del universo Superman con un Jimmy Olssen con eso sí más fundamento que en otras adaptaciones (encarnado por Skyler Gisondo), un intrascendente Perry Blake (Wendell Pierce), una interesante Lois Lane (Rachel Brosnahal) que teiene unos primeros compases de filme muy prometedores pero que termina diluyéndose y sobre todo un genial aunque irregular Lex Luthor al que da vida muy dignamente Nicholas Hoult y que es de lo mejor del filme: con gente en la política mundial como Donald Trump o Elon Musk es fácil pensar por donde tira este villano - del que parece haberse inspirado esa gente- un magnate de la tecnología en este filme cuya obsesión por destruir a Superman le lleva a poner en peligro toda la ciudad de Metropolis, utilizando además de imposibles y aparatosos medios tecnológicos fake newa en redes y manipulaciones varias. Algún otro momento aislado de lucidez, como los diálogos entre Kent y sus progenitores terrestres con Lois Lane retrotraen a algunos momentos del Superman de Richard Donner (homenajeado levemente en la grafía de los títulos de crédito y en la banda sonora) pero al final todo se empantana con momentos simplones y algunos de vergüenza ajena. La aparición estelar de varios superhéroes del universo DC como Linterna Verde (Nathan Filion), Hawkgirl (Isabela Merced), Mr. Terrific (Edi Gathegi) o Metamorpho (Anthony Carrigan) son pura pirotecnia mercadotécnica para atraer al público más joven en un filme que pese a la calidad de su efectos especiales y su buena factura técnica no llega al aprobado. Es cine de verano, tampoco podemos pedir más.
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