*** y 1/2
No ha quedado pero que nada mal esta esforzada mixtura de géneros en el tercer largo del actor metido a director (y guionista y productor) Daniel Guzmán. Un trasfondo social y humanista donde transcurre drama, thriller e incluso briznas de cine de acción. El fenómeno de los desahucios a vulnerables, por desgracia algo muy común en España en los últimos años, es la base que otorga sentido a la historia a pesar de que al principio parezca un mero McGuffin para un relato de intriga y melodrama personal de tono realista; es palpable como Guzmán- también en el papel protagonista del filme- ha querido hacer por encima de todo un filme denuncia contra las prácticas de los bancos en vivienda y la falta de escrúpulos a la hora de tratar a personas socialmente frágiles y para ello se ha valido de una historia con alta carga emocional y naturalista en la relación de sus dos personajes principales: Lucas, un hombre de cerca de 50 años con un pasado aparentemente turbio que vive junto a una anciana nonagenaria Antonia (Rosario García, actriz amateur que por desgracia no ha podido ver su película) a la que Lucas ayuda en sus quehaceres y establece con ella una relación maternofilial y de entrañable cariño mutuo. Una amenaza de desahucio a la mujer provocará en Lucas el sentimiento de obligación de hacer algo, pero su inclinación al lado turbio llevará a acontecimientos tremendos que complicarán su existencia y también complicarán en aún más las cosas para Antonia.
Hay que decir que en esta ocasión, tras la irregular Canallas (2025), Dani Guzmán se consolida como un buen director al que habría que tener en cuenta si se aventura a realizar más películas. Sencillamente, su habilidad en el manejo de un guión cambiante y con bastantes progresiones y su comentada buena mano con la hibridación de géneros sin unas excelentes credenciales y hacen de esta película una obra emocionante, emotiva y muy bien presentada. Puede que haya agujeros de guion y situaciones forzadas, pero como historia funciona muy bien. El propio Guzmán realiza un muy buen trabajo como actor en la piel de un sujeto atormentado e inseguro pero luchador y fiel a la amistad con Antonia (y con otros personajes) que desciende a los infiernos por su loca cabeza pero que es incapaz de ver sufrir a los demás, especialmente cuando es consciente de que él ha infringido el mayor daño. Y por supuesto, mención a a parte merece Rosario garcía, todo un dechado de naturalidad, ternura y credibilidad en un papel que ejemplifica la situación de muchas personas mayores en España: casi todas sus secuencias son magníficas y muy bellas. El reparto, nutrido, tiene a otras dos estupendas actrices en alza en sendos personajes clave: Susana Abaitua como Mara, una enfermera que terminará aliándose con los protagonistas en su cruzada e Itziar Ituño como Gabriela, una mujer cuyo destino ha sido marcado por la negligencia de Lucas. Escenas muy bien rodadas en las calles de Madrid (las -escasas- escenas de acción son también de recibo) y una estructura de thriller y cine negro tal vez algo de manual pero muy efectiva y que en realidad trata de expresar algo más amplían las virtudes de una película honesta y solvente que confirma el crecimiento como cineasta de Daniel Guzmán.