viernes, octubre 07, 2011

Mis 50 discos que te cagas (34): PINK FLOYD – THE WALL (1979)

 

Con unos 25 millones de copias vendidas en todo el mundo y la estimación de Roger Waters de que incluso en la actualidad produce cuatro millones al año (de libras, se supone), The Wall de Pink Floyd continua siendo el LP de la mítica banda británica más conocido para el gran público (que no el mejor, ya que The Piper at Gates of Dawn (1967), The Dark Side of The Moon (1973) y Wish You Were Here (1975) le superan) y ha creado a su alrededor todo un mito que ha terminado trascendiendo lo meramente musical ya que a la larga se ha convertido en algo más que un álbum de culto: en todo un genuino reflejo cultural de las últimas décadas del siglo XX. El hecho de tratarse de un disco conceptual sobre la incomunicación, la alienación personal y el peligro del descontrol de las masas enseguida encendió el integres y el entusiasmo de crítica y público y el fervor no se hizo esperar, eso si con el principal argumento de su enorme calidad musical, que es lo que ha hecho de de este LP uno de los mejores álbumes de la historia.

Realmente, en The Wall  Pink Floyd no parecían Pink Floyd. En lugar de las habituales piezas largas y/o instrumentales o las canciones sin interrupción a modo de suite, The Wall es un doble álbum con 26 canciones (entrelazadas, eso sí) teatral, melodramático, interpretado histriónicamente a veces y algo faraónico. Si bien se trataba de un LP conceptual como los tres anteriores de la banda, en esta ocasión el concepto era por primera vez para Pink Floyd una historia narrativa ideada por Roger Waters, quien desde Animals (1977) se había convertido en el líder absoluto del grupo reduciendo drásticamente  las aportaciones creativas de David Gilmour (residuales en este LP) y de Richard Wright (inexistentes en The Wall). Basándose en una negativa experiencia en la gira de Animals, Waters ideó una opera rock sobre la sensación de soledad de las estrellas del rock y la dificultad de establecer una comunicación real con el público, pero la cosa fue más allá y al final se extendió a una cruda parábola sobre la alienación y la incomunicación del hombre contemporáneo fruto de las vivencias desagradables que a uno de toca vivir. Con bastantes elementos autobiográficos de Waters (y alguno de Syd Barret, el primer líder del grupo), The Wall esta centrado en el personaje de Pink, una músico de rock marcado por un padre al que nunca conoció, una educación represiva al estilo británico, una madre posesiva, una esposa infiel y una adicción a las sustancias estupefacientes que terminan introduciéndole en un estado catatónico y semi autista, un muro aislante que le impide cualquier comunicación exterior. A través de un delirio ocasionado por las drogas, Pink se desdoblará en un dictador fascista de una siniestra Gran Bretaña alternativa: única, cobarde y vil manera de superar su penoso estado real, ocasionando el mal y el despotismo. Waters escribió todas las letras y casi toda la música, encargó al famoso  dibujante Gerald Scarfe los alucinantes diseños de la carpeta y de los personajes del disco y decidió contratar a productores externos (Bob Ezrin y James Guthrie) para coordinar las sesiones de grabación. El disco se grabó en Francia principalmente (el grupo estaba residiendo allí durante por problemas fiscales) durante diez meses, periodo en el cual las tensiones afloraron, básicamente por el papel predominante que Roger Waters estaba adquiriendo dentro de la banda y que terminó con el despido en el mes de agosto de Richard Wright, con problemas personales  y muy poco implicado por ello en el proyecto. Las aportaciones instrumentales de Nick Mason también fueron muy escasas en el resultado final, ya que Waters optó en no pocos temas por utilizar otros baterías, como Jeff Porcaro de Toto. Bruce Johnston, de Beach Boys, fue la estrella invitada del disco con sus armonías vocales en algún corte.    

El ambicioso concepto de The Wall tiene su reflejo en la música, un ambicioso surtido de diferentes presentaciones del rock progresivo (ya bien sea en formato balada, ambiental, virtuosista o incluso vocal) aderezadas con retales de rock adulto, art rock, rock duro y musical de Broadway y ambiciosos arreglos orquestales cortesía de Michael Kamen. Con numerosos efectos sonoros y sonidos de todo tipo pregrabados - como era habitual en Pink Floyd- estaba claro que Roger Waters pretendía hacer algo así como unos Pink Floyd en cinerama y en plan superproducción tratando de sorprender al público con un disco diferente y en donde la historia allí contada fuese a la postre lo más recordado por el oyente. Pero pese a su desmedida ambición, al final The Wall termina siendo un disco emocionante y apasionante. Desde los compases iniciales de In the Flesh?, la espectacular obertura casi heavy del LP, el oyente sabe que todo lo que va a oír en los 75 minutos siguientes es monumental y algo salido de madre (la melodía de este tema prácticamente se repite en su corte “gemelo” posterior, In the Flesh, para reforzar el efecto dramático del disco). Hay temas que se escoran a la balada rockista como la escalofriante pero apacible Mother, la melódica y majestuosa Goodbye Blue Sky (con una de las escasas interpretaciones vocales solistas de David Gilmour en un tema completo) la intensa Hey You y la muy de obra musical Nobody Home; pero también hay temas más revientadirectos y próximos a los Pink Floyd de toda la vida como Run Like Hell (con una oportuna en aquella época cadencia bailable) y la inquietante Confortably Numb, uno de los tres temas compuestos a pachas entre Waters y Gilmour, con un melódicamente inspirado falso estribillo que en la voz de Gilmour pone los pelos de punta. Este tema a partir de este momento se convertirá en obligatorio en los directos de Pink Floyd                   

Pero si hay un tema célebre en The Wall, ese es Another Brick in the Wall (Part 2) su primer y único nº 1 en singles, una denuncia al agresivo sistema educativo británico que se ha convertido todo un himno anti represión y en un estándar de la música popular, con la lúgubre interpretación vocal de Roger Waters y Dave Gilmour perfectamente acoplada, su ritmo de pop bailable y las antológicas voces (dramáticamente airadas de los niños del Colegio Islington Green.  Temas como Bring the Boys Back Home recuerdan la filiación operística del proyecto, por no hablar del sorprendente The Trial, tema que Waters coescribió con el productor Bob Ezrin y que es el más teatral y “Broadwayano” del álbum, con un histriónico Roger Waters interpretando a varios personajes en el momento crucial del juicio al desdichado Pink.    

Hablar de The Wall es hablar del símbolo de los martillos, de los ladrillos blancos del muro, del profesor-marioneta o de los aviones-águila, elementos todos ellos diseñados por Gerald Scarfe y que se han convertido en iconos de la cultura pop en mucha parte debido a su inclusión en la versión cinematográfica del LP que en 1982 rodó Alan Parker y que fue escrita por Roger Waters y producida por este y David Gilmour, quienes arreglaron y regrabaron muchos de los temas del álbum. Para entonces, Pink Floyd no era otra cosa que la prolongación de Waters, una vez Wright hubo abandonado y Mason y Gilmour se resignaban a cumplir a rajatabla las órdenes de Waters (tras The Final Cut, de 1983, Pink Floyd anunció su disolución). La gira de apoyo a The Wall (1980-81), solo en cuatro ciudades pero con varios conciertos, fue un fracaso económico por lo costosísimo del espectáculo que incluía grandes pantallas con animaciones de Scarfe, hinchables gigantes y la construcción de un muro artificial durante el concierto. Wright participó en la gira como músico de apoyo y por ese motivo fue el único del cuarteto que no obtuvo pérdidas económicas en la gira. Puede que con tantos problemas Pink Floyd no fuesen conscientes en aquel momento que habían hecho un LP que de un modo u otro siempre ha estado presente en la cultura musical de los últimos 30 años. 


FICHA TÉCNICA

Géneros: Rock Progresivo, Art Rock, Had Rock, Rock Sinfónico
Publicación: noviembre 1979
Sello original: Harvest / EMI
Producción: Bob Ezrin, David Gilmour, James Guthrie y Roger Waters
Duración: 81:09 (Doble LP)
Músicos:
David Gilmour: guitarras, voz, sintetizador, clavinet, efectos sonoros
Nick Mason: percusión
Roger Waters: voz, guitarras, sintetizador, efectos sonoros
Richard Wright: órgano, piano, piano eléctrico, sintetizador, bajo de pedales
Bob Ezrin: arreglos orquestales, órgano, piano, sintetizador, coros
Michael Kamen: arreglos orquestales
James Guthrie: percusión, sintetizador, efectos sonoros
Bruce Johnston, Toni Tennille, Joe Chemay, Jon Joyce, “Vicky & Clare”: coros
Coro de Islington Green School: coro infantil
Jeff Porcaro: batería
Joe Porcaro, Blue Ocean: percusión
Lee Ritenour: guitarras
Ron di Blasi: guitarra clásica
Fred Mandel: Hammond
Bobbye Hall: congas, bongos
Frank Marrocco: concertina
Larry Williams: clarinete
Trevor Veitch: mandolina
New York Orchrestra: orquesta
New York Opera: coral
Trudy Young, Crish Fritzmorris, Harry Waters: voces dramáticas


Track listing

1- In The Flesh?
2- The Thin Ice
3- Another Brick in The Wall Part 1
4- The Happiest Days of Our Lives
5- Another Brick in The Wall Part 2
6- Mother
7- Goodbye Blue Sky
8- Empty Spaces
9- Young Lust
10- One of My Turns
11- Don´t Leave Me Now
12- Another Brick in The Wall Part 3
13- Goodbye Cruel World
14- Hey You
15- Is There Anybody Out There?
16- Nobody Home
17- Vera
18- Bring the Boys Back Home
19- Confortably Numb
20- The Show Must Go On
21- In The Flesh
22- Run Like Hell
23- Waiting for The Worms
24- Stop
25- The Trial
26- Outside the Wall

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