miércoles, diciembre 24, 2014

El Aparatito Lumiere MR. TURNER






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Hacía mucho tiempo que un filme de época decimonónica  no resultaba tan cuidado, honesto, esforzado e interesante como este biopic del pintor británico William Turner (1775-1851) uno de los mayores exponentes del romanticismo pictórico y precursor del impresionismo cuya impronta estética ha resultado enormemente influyente en la cultura inglesa. Un personaje con bastantes peculariedades y aspectos interesantes en su biografía que pedía a gritos una película, algo que ha hecho con sumo esmero y grandes dosis de oficio el siempre eficiente Mike Leigh (Indefenso, Secretos y mentiras, Happy) con una película que cumple más que con creces su proposito de mostrar las calves vitales y psicológicas de un hombre genial pero extraño en una Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX extraordinariamente recreada. Leigh, que también firma el guión, ha insuflado a su filme un aroma coherentemente pictórico con una atmósfera que parece precisamente sacada de los cuadros del artista (un pintor principalmente de marinas y paisajes cuya obra fue muchas veces injustamente vilipendiada en su vida) ayudado por la preciosa y sugerente fotografía de Dick Pope, que sin caer en refinamientos artísticos y tramposos consigue transportarnos a la Inglaterra de mediados del XIX. Unos encuadres sublimes en donde los espacios cerrados, las ventanas, los recovecos y el sentido de la distribución de pasillos, habitaciones y la dicotomía interior-exterior cumplen una función primordial homenajean también de algún modo la filiación artística del filme que, por si fuera poco, se sigue con mucho interés pese a su relativamente larga duración y su ritmo no precisamente rápido.

Ese gran actor que es Timothy Spall -justamente galardonado con el premio al mejor actor en Cannes por este filme- da un auténtico recital interpretativo como Billy Turner, un hombre huraño, solitario, misántropo, egoísta y abominable que nunca atendió  a su familia (a excepción de su anciano padre, interpretado en la película por un también excelente Paul Jesson) y que andaba a la continua greña con muchos de sus colegas. Amado y odiado por la comunidad artística y por el público en general- que la mayoría de las veces no entendía sus pinturas a menudo versadas sobre naufragios, batallas y calamidades pintadas con brochazos abruptos y técncias extrañas- la película refleja excelentemente su complicado y contradictorio carácter, a veces entregado y tierno (especialmente con quienes más apreciaba) y otras gruñón e intransigente, así como su extraña relación con el género femenino, entre la misoginia y la pasión mas exacerbada. La interpretación de Spall (a veces sobrecogedora) ayuda mucho en la consecución de una película degustable e inteligente y en donde un largísimo reparto funciona como un reloj con unas actuaciones de nota alta y diálogos jugosos. También merece mencionarse el esfuerzo en la traducción al español y el conseguir adaptarse a los cánones conversacionales decimonónicos en lugar de meter anacronismos absurdos una y otra vez como en muchos filmes de época, algo en lo que colabora un doblaje muy cuidado. Una película perfecta para amantes de biografías de personajes poco amables y de la historia del arte y también para todo tipo de cinéfilos, que de modo alguno debe pasar desapercibida.

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