martes, agosto 09, 2022

LUNANA, UN YAK EN LA ESCUELA (LUNANA: A YAK IN THE CLASSROOM)

 


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Un país tan pequeño y desconocido como Bután ha aportado un filme grande y luminoso que pone de manifiesto que no sólo el cine no tiene fronteras sino que las historias cargadas de humanismo bien contadas y dirigidas directamente a la emotividad del espectador no saben de barreras culturales ni de límites. Lunana. Un yak en la escuela es un filme que utiliza recursos propios del documental (un escenario real en una remota aldea de las montañas con sus auténticos habitantes interviniendo en la película) para contarnos una historia de superación, adaptación y lucha por una vida mejor que consiguió una nominación al Oscar a mejor película internacional. Pero lo mejor es que nos muestra al público occidental otra realidad contada de forma honesta y verista y con un bonito mensaje de esperanza  todo entre deslumbrantes paisajes de la montaña butanesa.

Un director debutante, Pawo Choyning Dorji ha firmado un trabajo filmado de manera sencilla y austera pero rico en matices y detalles que hacen de su visionado una delicia. Ugyen (Sherab Dorji), un joven maestro del estado, llega con muchas reticencias a la aldea de Lunana para enseñar en el pequeño colegio local tras un viaje a pie de varios días por inhóspitos parajes acompañado de dos lugareños. Reticente por lo lejano y empobrecido de su destino y sobre todo por que su verdadera aspiración es emigrar a Australia para ser cantante, el muchacho experimentará a los pocos días un cambio de actitud conmovido por la voluntad de aprender de sus pequeños alumnos, la felicidad del pueblo pese a su pobreza y sus carencias, y en definitiva de la fascinación que desprende toda la aldea con su amor por la música y las canciones, su veneración a las montañas y las costumbres y la especial atención que les prestan a los yaks, animal doméstico fundamental para su existencia y supervivencia. Contagiado por esa vitalidad, Ugyen dará lo mejor de si mismo para mejorar la calidad de vida de Lunana y descubrirá en él mismo aspectos que le eran desconocidos.   Las sencillas pero creíbles interpretaciones de un reparta mayormente no profesional- en especial los niños y niñas y la magistral utilización de la música (increíbles canciones butanesas) y la belleza de la imagen de los paisajes son un elemento fundamental y perfectamente explotado del filme. Una pequeña maravilla que debe verse y que ojalá no pase desapercibida entre el público.

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