jueves, agosto 26, 2010

CENTURIÓN (CENTURION)



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Nuevo fiasco (y van) a la hora de hacer un Peplum (cine de historia antigua) contemporáneo de calidad. 10 años después de que Gladiator de Ridley Scott devolviese la esperanza de que el género de las “pelis de romanos” (y de griegos, egipcios, etc.) resurgiese y aportase nuevos aspectos gracias al uso de las nuevas tecnologías- tal y como hizo con éxito el filme de Scott- la verdad es que los filmes de este género a parte de sucederse con cuentagotas (algo que de todas formas ya se esperaba ya que hoy en día todo lo que tiene que ver con la Historia como que no) ninguno se ha hecho no con convicción ni con seriedad y apostando totalmente por el la épica barata, el espectáculo de medio pelo y las batallitas, con mayor o menor utilización de acertados recursos estéticos copiados entre ellos hasta la saciedad. En la película que nos ocupa, una producción británica dirigida sin pasión por Neil Marshall (Dog Soldiers), no se puede hablar de espectáculo vacuo (algo de lo que pecaban los peplum clásicos) ni de pomposos argumentos propios del cine de acción más comercial, pero de nuevo hay una total sensación de deja vu de cosas mil veces vistas en filmes similares de los últimos años: fotografía en tonos grises, estética sucia y carente de glamour (no como en las películas de romanos de toda la vida), combates sanguinolentos…y alguna que otra pifia histórica. Rodada con no demasiados medios, Centurión trata de ser una especie de western del siglo II o un filme bélico ambientado en el imperio romano, con un protagonista, el centurión Quinto Dias (el alemán Michael Fassbender, visto en Malditos Bastardos) que recuerda más a John Rambo a al coronel Bradock que a Marco Vinicio. Al final, esta película no deja de ser un filme de persecuciones y batallas que no convencerá a los amantes del cine histórico ni tampoco entusiasmará a los seguidores del cine de acción.


Desarrollada en los días del emperador Adriano (principios del siglo II) y situada exclusivamente en Britania, la película trata de ofrecer un espectáculo calculadamente original con respecto al peplum tradicional, y pese a que consigue esto, la película en sí es farragosa, con un guión mínimo y unos intérpretes acartonados dentro de unos personajes prácticamente de tebeo. Pese a que resulta interesante mostrar las luchas entre los conquistadores romanos y los “bárbaros” pictos del norte de Britania (en la actual Escocia) y las tácticas guerreras de estos últimos, el resultado es el de un guiñol tan voluntarioso como basto. Por si fuera poco, la casquería y el despiporre de hemoglobina en las batallas y combates tampoco ayudan mucho a aumentar la credibilidad de un filme con tantos claroscuros. De todas formas, no sería justo obviar el esfuerzo en mostrar una estética salvaje pero perfectamente creíble y acertada filmada en medio de unos bellos paisajes escoceses. Pero al fin de cuentas, un entretenimiento a medio gas.





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