martes, noviembre 09, 2010

El aparatito de Lumiere- HÉROES



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La sorpresa agradable del año en lo que al cine español se refiere. Porque esta modesta y pequeña producción catalana, que en la primavera de este año tenía problemas para encontrar distribuidora, es un filme sentido, entrañable y hecho con sumo cariño y entusiasmo. Un filme que trata de recuperar el espíritu del cine infantil y preadolescente de los años ochenta con una historia precisamente enmarcada en esa década y un claro componente nostálgico y revivalista que trata de lanzar un guiño a la generación de nacidos y nacidas en la década de los 70 y que en los 80 fueron niños o adolescentes, una generación que creció con películas como E.T, Los Goonies, La Historia Interminable, Indiana Jones o Cazafantasmas, con series de televisión como El Coche Fantástico, El Equipo A o V y con las bicicletas BMX, los videojuegos digitales de bolsillo, las zapatillas nike o las calcamonías. El director Pau Freixas, de la quinta del 73, se marca un esplendido y muy personal melodrama-comedia teóricamente dirigido al público infantil pero que será más apreciado en toda su intensidad por los treintañeros, que seguro que verán reflejada alguna parte de su infancia o pubertad en este bonito filme. Tomando como sujeto central de la historia un grupo de chavales de entre 11 y 13 años y con la referencia engañosa de filmes ochentenos de pandillas de críos como Los Goonies o Cuenta Conmigo  (y por que no, la serie Verano Azul) la película se estructura a través de una sencilla historia transtemporal que termina por enganchar y entusiasmar al espectador más exigente hasta llegar en los minutos finales a un torrente de emociones sencillamente espectacular.

Héroes comienza en la época actual con el casual encuentro en la carretera entre un ejecutivo (Alex Brendemühl)  que se dirige con su coche a una importante reunión y una mochilera extrovertida y buenrrollista (Eva Santolaria) que esta haciendo un trayecto a pata, ambos de treintaitantos años y a los que la cara del otro les recuerda a alguien que conocieron tiempo atrás. Comienzan los recuerdos y estos nos llevan a 1986 en una pequeña localidad de veraneo en la costa catalana en donde se encuentran cuatro chavales y una chavala, conocidos la mayoría desde veranos atrás (casi todos visitantes estivales en el pueblo) y que se disponen a participar en una carrera de vehículos caseros  entre cuadrillas de chavales, cuyo premio es quedarse durante un tiempo con una vieja cabaña en lo alto de un árbol, que según dicen en el pueblo, tiene la propiedad de hacer los deseos realidad. Las ilusiones de los niños para ganar la cabaña y asuntos como los primeros amoríos contrastarán con la cruda realidad circundante, ejemplificada en el drama de Javi, que desea que su padre recién divorciado vuelva junto a él, su madre y su hermano, al tiempo que no sabe que actitud tomar ante el novio de su madre, que por vez primera acompaña a la familia en sus vacaciones y que para él es todo un extraño. Presente y pasado, recuerdos y lecciones aprendidas se entrecruzarán en las dos historias que nos presenta este filme, en donde si bien se hecha de menos un componente dramático más trabajado y menos edulcorado, la unión de todas piezas se antoja efectiva.

Es cierto que se podían eludir ciertos tópicos manidos (primeros amores, el siempre recurrente personaje del chaval rechazado) y que sobra cierto tono de homenaje un tanto evidente y simplón (el cine del primer Spielberg, algunos clásicos generacionales del cine y la tele), pero la película es algo más que un filme nostálgico, es un canto a la amistad y dentro de esta, a aquella que se forja en la inocencia, en la infancia y que a la postre crea algunas de las amistades más duraderas y eternas. “No os deis prisa por crecer” se dice al principio de la película: no puede ser más claro el mensaje que Freixas lanza, que su generación (la mia también), siempre tendrá una deuda con su infancia feliz y todos sus tótems (pelis, cómics, música, objetos de consumo) que de alguna manera han forjado su carácter en la edad adulta. Todo es creíble en Héroes  gracias a una perfecta ambientación de los ochenta en donde no faltan los donuts, ni los tigretones, los chicles Cheiw, las BMX, las cintas de Cassette y la música tecno (se pueden oír dos entrañables temas de Alphaville, uno de ellos en un momento crucial de la película). Los intérpretes infantiles Ferrán Rull, Alex Monner, Mireia Vilapuig, Marc Balaguer, Nerea Camacho y Joan Sorribes (este último afectado por el síndrome de Down) están que se salen, aunque sus voces en la versión castellana - la peli esta rodada en catalán- en la mayor parte de los casos no sean las suyas.  Los adultos (Lluis Homar, Alex Brendemühl, Eva Santolaria y una excelente Emma Suarez) hacen también un estupendo trabajo, y el director, Pau Freixas, demuestra ser un nombre a tener en cuenta en el futuro. Una película muy agradable, emocionante y conmovedora como pocas se pueden ver últimamente.  

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