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Una pequeña pero deliciosa película de perfil psicológico que pone de manifiesto lo mucho que pueden dar de si las historias sencillas con este trasfondo y más si se trata de protagonistas con problemas y carencias con las que mucha gente puede sentirse identificada. Una ciudad en plena efervescencia y literalmente modificada en sus rutinas y “tomada” como lo fue el París olímpico de 2024 es a donde se dirige la protagonista de nuestro relato, Blandine (Blandine Madec), una treintañera insegura y marcada por su reciente ruptura sentimental que decide para unos días con su medio hermana y su sobrina y aprovechar para ver a su ídolo deportivo, la nadadora Béryl Gastaldello (una joven que en la realidad también padece problemas mentales), pero el periplo será accidentado prácticamente desde el primer momento. Dirige una joven cineasta, Valentine Cadic, que ha conseguido una película sencilla y delicada con enorme expresividad pese a la aparente cotidianidad y costumbrismo de su propuesta, una película intimista y tragicómica que supone un buena experiencia apra el espectador exigente.
El buen trabajo de la actriz Blandine Madec es el faro que guía la película dentro de un contexto muy creíble: es muy fácil empatizar con esta encantadora pero internamente desnortada y solitaria muchacha que pese a todo no se rinde y busca el bienestar y la felicidad por encima de todo. Buenos diálogos y momentos sutiles enaltecen una pequeña pero efectiva cinta que saca a relucir temas como la soledad no deseada, la incomunicación, la dificultad de las relaciones familiares, la hipocresía social y la búsqueda de la estabilidad emocional. Como en muchos casos, es la grandeza de las modestas pero efectivas películas.
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