lunes, diciembre 26, 2022

EO

 


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Un animal como protagonista en una película destinada al público adulto no es algo muy habitual y más si se trata de un drama, pero este filme polaco (con participación italiana) demuestra que con medidas dosis de simbolismo, poesía y por supuesto fábula y son salir de modo alguno del realismo se puede hacer un excelente filme con un asno de protagonista. Porque es un burro, el Eo del título, el personaje central y el hilo conductor de una especie de road movie-historia iniciática en donde el equino, mientras cambia de propietario y ubicación a lo largo y ancho de Polonia, es testigo básicamente de  injusticias y de las mas viles bajezas de la especie humana teniendo muchas veces que padecerlas y en no pocas ocasiones al borde de perder la vida. Una mirada inocente, la del animal, que no comprende mucho de lo que ve y sólo se siente reconfortado lógicamente con las contadas muestras de bondad que encuentra como el cariño que le dispensaban sus primeros  propietarios. Imágenes subjetivas, cámara de tonos rojos y algún curioso inserto simbólico casi fuera de contexto pero con significado trazan un filme original e inusual que pese a su realismo cuenta con un constante tono de irrealidad casi teatral y pictórica y un simbolismo basado en poderosas imágenes dispuestas en momentos claves que hacen de Eo un filme hipnótico y delicioso  

Un asno que conoció la felicidad trabajando en un espectáculo pero que es apartado de este a la fuerza por denuncias de maltrato animal se expone a un futuro peor a aquella primera realidad que vivió siendo recluido en establo, huyendo y refugiándose en un bosque, encontrándose con humanos que se apropian de el o lo roban…una aventura dramática y desesperada que podía ser vivida por una persona pero que aquí es un animal el que sufre precisamente las mezquindades del ser humano, recordándonos lo destructivo de nuestra especie. Personajes muchas veces extraños, inquietantes y contradictorios -simbolizando usos humanos como el poder, el dinero, la religión, el sentimiento compartido  o la violencia gratuita-  se toparan con nuestro peludo protagonista, destacando la siempre turbadora presencia de Isabelle Huppert como una extraña millonaria. La película termina logrando que empaticemos totalmente con el burrito, el propósito de una fábula lúcida y elaborada que no debería para desapercibida en nuestras pantallas.

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