sábado, marzo 17, 2018

BAJO LA PIEL DEL LOBO



 ** y 1/2

Es una pena que no hay salido bien del todo este esforzado y honesto film antropológico-naturalista presentado con un oportuno carácter minimalista en cuanto a diálogos y planteamiento de la historia. Samu Fuentes, un director curtido en documentales y en tareas de ayudante de dirección debuta en la ficción aportando apuntes interesantes aunque la película no logre finalmente llegar a cotas muy convincentes. Nos encontramos aquí con la bastante recurrida historia del hombre rudo y asilvestrado que vive aislado en la naturaleza y que en un momento dado tiene que sacar a relucir –inicialmente contra su voluntad- su lado más humano, en esta ocasión con una puesta en escena visualmente muy sugerente y en donde el paisaje natural cumple una función fundamental como la fuente vital de su protagonista, el hombre de las montañas Martinón (un engordado y convincente Mario Casas). El hecho de que la película se haya rodado en bonitos parajes de lugares tan distantes entre si como las montañas de Huesca y de Asturias da una idea del carácter universalista y aespacial de esta historia, que se podía haber desarrollado en cualquier otro punto de similares características 

A finales del siglo XIX Martinón, un cazador trampero que vive en una choza de las montañas cuyo núcleo de población más cercano y a donde él acude sólo en primavera es una pequeña aldea de escasos habitantes en la cual comercia con las pieles de los animales cazados, llega a la conclusión que necesita ayuda en sus quehaceres domésticos y accede a casarse por conveniencia con Pascuala (Ruth Díaz) la hija de uno de sus clientes como moneda de cambio por unas pieles. Martinón, que ya se desfogaba sexualmente con la mujer cada vez que bajaba al pueblo, no parece encontrar útil la compañía de Pascuala ni tampoco la de su hermana Adela (Irene Escolar), con la que se casará posteriormente. El conflicto entre ciertos brotes de humanidad de Martinón y su vocación por ser un ser libre y en cierto modo salvaje es lo que vertebra esta historia repleta de silencios y frases mínimas. Un conflicto que de algún modo tendrá que resolverse. En ese sentido, el guión- escrito por el propio director- prodiga en la relación entre Martinón y las mujeres mostrándonos un imposible de felicidad para ambas partes pero por diferentes motivos, aunque los altibajos de la historia y su parquedad narrativa finalmente no consigan transmitir un mensaje claro. Con elementos que recuerdan mucho a Montxo Armendariz o Manuel Gutierréz Aragón, Samu Fuentes muestra credenciales de que puede ser un gran director aunque en esta ocasión no le haya salido una película redonda.      

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