jueves, marzo 22, 2018

100 DIAS EN SOLEDAD





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El documental cinematográfico puede tener muchos estilos, finalidades, objetivos, orientaciones…Es un tipo de cine tan variado como la vida misma (porque de eso se trata, captar la realidad tal y como es) y tan rico y matizable como sus creadores quieren que llegue a ser. Con 100 días en soledad nos encontramos con un filme documental con una premisa atractiva de esas que pueden a traer a un importante número de espectadores por su orientación hacia la cotidianeidad desde un aspecto más bien insólito como es el de una selección de la filmación de 100 días seguidos de una persona viviendo apartada y aislada de todo en un entorno natural con recursos mínimos; pero también el hecho de que esas filmaciones se lleven a cabo con voluntad estético-paisajística y de documental de la naturaleza en un hermoso paraje natural de la península ibérica como es el parque natural de Redes en Asturias añade un punto de atractivo adicional debido a lo siempre fascinante que resultan este tipos de trabajos para el público. Es por ello que esta película al saber jugar muy bien con la plasmación de la grandiosidad de naturaleza y con la crónica real de superación además de ocuparse de otros palos como la relación entre el hombre y su entorno, tiene ingredientes de sobra para no defraudar y desde luego que no lo hace pese a que su propuesto a algunos les pueda parecer insípida o un tanto forzada.


El protagonista, codirector y promotor de este proyecto es José Díaz, un empresario asturiano de 50 años que decidió en 2016 poner a prueba su propia resistencia, tesón y autosuficiencia viviendo durante 100 días solo en una cabaña  en plena montaña del parque de Redes, sin móvil, radio, televisión o cualquier modo de comunicación electrónico, cultivando su propia comida y la proporcionada por animales de corral como las gallinas de su cabaña y algo de comida en conservas suministrada. Sin contacto con nadie, José, eso sí se acompaño de un sofisticado equipo de filmación en el que se incluía un dron con cámara para recoger las hermosas vistas aéreas del valle asturiano que vemos en la película. Al final de cada jornada José dejaba en un punto de recogida el disco duro de sus filmaciones que iba a ser montado por toda una luminaria del cine documental y de naturaleza de este país y codirector de este trabajo, Gerardo Olivares (Cantábrico, El Faro de las Orcas, Hermanos del Viento). El resultado es una película visualmente hermosa y muy sugerente en cuanto plasma con convicción la relación de José Díaz con el entorno natural en lo que fue un tour de force cuya significación humana se nos trasmite excepcionalmente. A ello ayuda que su protagonista, que en absoluto se quiere adueñar de la película, sabe transmitir con sus narraciones sobre sus vivencias y con sus silencios estados de ánimo singulares ante unas circunstancias insólitas. Pero lo que en realidad es principal protagonista en la película es la espectacularidad tanto de paisajes como la de las filmaciones de animales con los que José interactúa, reglando momentos entrañables y divertidos. El montaje de todo el material, a cargo de Olivares, es de recibo así como la esforzada banda sonora de Pablo Díaz, el hijo de José. Para amantes de la naturaleza y de documentales con mensaje          


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