jueves, septiembre 21, 2006

EL APARATITO DE LUMIERE: SALVADOR

SALVADOR

****

Seguimos en racha en cuanto a calidad de películas españolas. Si Alatriste ha resultado ser la mejor producción española del año, Salvador, de Manuel Huerga, tampoco se queda a la zaga, aunque no alcance las excelencias formales de la película de Agustín Díaz Yanes. Este excelente filme narra un escalofriante y enormemente cargado de simbolismo capítulo de la historia reciente española con resultados auténticamente deslumbrantes: la detención, prisión y ejecución del joven militante anarquista barcelonés Salvador Puig Antich, que en Marzo de 1974 con solo 21 años fue condenado a muerte en el garrote vil por su militancia y por el asesinato de un policía en defensa propia, en una de las últimas ejecuciones del régimen fascista de Franco. Una historia cargada de emotividad y emoción que comienza con la detención en 1973 de Salvador Puig y que a través de flashbacks hace un recorrido por la trayectoria militante antifranquista del joven catalán desde finales de los 60, para luego volver al momento de la narración en primera persona de su historia (su estancia en la prisión a al espera de juicio militar) y luego sumergirnos en los agónicos últimos meses en su vida, con una sentencia de muerte sobrevolando sobre su cabeza ante el pánico y la desesperación de su familia y sus amigos y camaradas de militancia.

Salvador es una película muy inteligente, humana y dura. Huye de la típica batallita del abuelo a la hora de describir la vida y los vaivenes políticos del tardofranquismo (aunque caiga en algún error que luego comentaremos) y se adentra en los personajes y en sus sentimientos ante los acontecimientos terribles que se van sucediendo hasta que llega el definitivo, la catarsis que hace desmoronarse a todos y que cambia radicalmente el curso y el tono de la narración de la película, en un ejercicio de guión cinematográfico impresionante. El corazón de la película esta en sus personajes, como no podía ser de otra manera al tratarse de una historia real que además ha contado con el visto bueno de la familia de Puig Antich (sus hermanas) y se ha basado en un riguroso ejercicio de documentación para mostrar las cosas tal y como sucedieron. Por que así sucedieron, por increíble que parezca. Ese Salvador Puig, un chaval valiente y carismático dispuesto a sacrificar su cómoda vida familiar para vivir en la clandestinidad en una organización anarquista, el MIL, dedicada a concienciar al trabajador, editar pasquines y atracar bancos para entregar el dinero a los obreros en un ejercicio de combate político contra un régimen sanguinario y fariseo. El actor germano-catalán Daniel Brühl, quien recibiera hace tres años el premio del cine europeo por su interpretación en la comedia alemana Good Bye , Lenin! borda su papel de Salvador Puig, rebelde y tierno, luchador y valiente, viltalista y enormemente entero ante una situación tremendamente agónica. La misma entereza que al parecer tenía el auténtico Salvador ante la lucha desesperada de su abogado, Oriol Arau (interpretado por Tristán Ulloa) por lograr que le quitasen la pena de muerte moviendo cielo y tierra, es la que transmite Daniel Brühl en su interpretación: realmente conmovedora, impresionante. Una genial actuación de un nuevo firme valor de la interpretación europea que brinda bastantes escenas emotivas y simbólicas, como la correspondencia y la relación con su familia, tanto en la cárcel como en la clandestinidad (especialmente con su padre, un ser atemorizado) o con Jesús, el funcionario de prisiones encarnado por Leonardo Sbaraglia, quien se despojará de sus necios prejuicios a través de la relación con el joven preso político.

Formalmente, la película es perfecta en cuanto el montaje y el ritmo de la narración. Esta fuera todo cliché del cine político y sobre la transición, optando en su primera parte por una estética de fotografía de colores chillones y de puesta en escena de cómic de aventuras para contarnos una serie de acontecimientos rápidos en el tiempo (narrados como recuerdos del propio Salvador) filmados con un claro tono de western, en donde los militantes del MIL son una especie de honrados forajidos y las fuerzas de seguridad franquistas unos despiadados y crueles sheriffs. Escenas de persecuciones y de atracos a bancos dan fe de la inspiración del mundo del oeste americano, además de mostrarnos con total realismo y escalofriante precisión las escenas de tiros y violencia, en un claro homenaje al gran Sam Peckimpah. Tras la explosión de adrenalina inicial, la segunda parte de la peli se convierte en un drama humano e intimista puro y duro, en donde la emoción e incluso las lágrimas están a flor de piel. Se ha conseguido plasmar toda la angustia de unos momentos terriblemente agónicos en donde una vida estaba en juego en imágenes y momentos de tremendo realismo en donde no faltan los detalles minuciosos, incluidos los propios de la España del esperpento y la chapuza. Las interpretaciones en general son de recibo, a parte de los citados actores merecen especial mención las jóvenes y desconocidas actrices que interpretan a las tres hermanas de Salvador, catalizadoras del sentimiento humano ante la situación de su hermano. Gran parte del diálogo es en catalán (subtitulado), hablado también por actores y actrices no catalanes que intervienen como Leonor Watling, en el papel de al primera novia de Salvador. También merecen especial mención Joaquín Climent y Antonio Dechent como los policías de la brigada político social, unos auténticos hijos de puta.

La ambientación tardofranquista esta muy, muy bien, mucho mejor que en otras producciones ambientadas en la misma época. En la banda sonora se recurre a los consabidos temas de la época (aunque es de agradecer que en lugar de los típicos cantoautores españoles de entonces se utilicen temas en inglés de Leonard Cohen o Jethro Tull) con una muy breve partitura original firmada por Lluis Llach. Los principales fallos son unos títulos de crédito finales muy a lo “cuéntame” con imágenes de acontecimientos significativos posteriores en el tiempo de la película, además de algún detalle autocomplaciente. En definitiva, Salvador, es una película que debe verse ya que es no solo es un recordatorio de una época oscura y no tan lejana si no un canto a la vida y contra la injusticia, hecho de una manera angustiosa pero espectacular.













No hay comentarios:

Publicar un comentario