Once es una película realista, casi de documental, inmediata y social, rodada cámara al hombro en las calles de dubín y con escenas que parecen sacadas casi de extranjis, de hecho muchas tomas callejeras fueron realizadas sin que la gente que por allí pasaba se diese cuenta. Pero, ¿cómo se combina el cine musical con este tipo de dramas realistas y cotidianos que tan bien saben hacer en el Reino Unido y en Irlanda? Para responder, conviene referirse a lo que nos cuenta la historia: un músico callejero dublinés de unos 35 años, del que no conocemos el nombre (Glen Hansard), conoce a una joven inmigrante checa (Markéta Irglová), de la que tampoco sabemos el nombre que se dedica a vender flores por las calles y a limpiar casas. Ella se interesa por las canciones que toca él y comienzan a entablar una relación de amistad basada en la mutua admiración, la que siente ella por el talento musical de él, y el por el buen oído y la sensibilidad musical de ella, ya que entre otras cosas ella toca el piano y es capaz de cantar y escribir letras a algunas de las melodías que el compone. Así, mientras que tratan de conocerse mutuamente, comienzan a formar pareja artística y a compartir sueños, aspiraciones y a entenderse el uno al otro por medio de las canciones, compuestas casi todas por el chico. La joven entenderá que la guitarra y las canciones de él son la vía de expresión principal de un antiguo y doloroso fracaso amoroso, y eso aumentará la atracción de la checa por el irlandés, que será mutua. Y todo ello, basado en los fenomenales temas musicales que se oyen a lo largo de la peli, interpretados por sus protagonistas, temas de guitarra y piano, entre la canción de autor y el pop independiente acústico, algunos de ellos preciosos como el primero que interpretan juntos al pareja y que se oye también al final de la película. Estan compuestos por el propio Hansard.
Once es una película diferente, una película enormemente naturalista que trata de aquellas personas que desean romper con un pasado triste y oscuro y huir hacia un futuro mejor. Una pequeña obra maestra hecha de manera semidocumental que reivindica el papel de la música como expresión vital de sentimientos. Altamente recomendable.
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