sábado, septiembre 10, 2011

El aparatito de Lumiere LA DEUDA (THE DEBT)



 
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En 2007 se rodó Ha-Hov, un thriller israelí que contaba una historia de espionaje con el Mossad (el servicio secreto de Israel) como protagonista. Cuatro años después se estrena este más que logrado e interesantísimo remake norteamericano, más próximo al cine europeo que al de Hollywood y firmado por el esforzado realizador británico John Madden (Shakespeare in Love). Una buena muestra de un thriller de calidad y sin concesiones a la comercialidad insulsa y al efectismo vacuo, apostando por una narración sobria pero matizada y una puesta en escena realista y creíble resaltada por una estupenda fotografía. La película, ambientada en dos segmentos temporales (mediados de los 60 y 30 años después, mediados de los 90) nos traslada al sentimiento de venganza del pueblo israelí hacia los criminales nazis supervivientes e impunes durante la época posterior a la II Guerra Mundial, al contarnos la misión de tres jóvenes agentes del Mossad que se trasladan a Berlín para matar a un antiguo médico nazi que realizó macabros experimentos con los prisioneros judios del campo de concentración ejecutando además a unos cuantos, y que en 1965 ejerce de ginecólogo bajo otra identidad en una clínica berlinesa. 30 años después, los tres agentes -dos hombres y una mujer- han vivido como héroes nacionales en su país por ejecutar al criminal nazi de marras, pero la muerte de David, uno de ellos- coincidente con la publicación de un libro sobre la heroica figura de Rachel, la única mujer de la misión- comienza a destapar un secreto que los tres agentes llevaron arrastrando durante todo ese tiempo y que carcomió y obsesionó al pobre David del mismo modo que vino atormentando a Rachel. 

La Deuda es más que un thriller, es un drama psicológico que muestra como la conciencia, el sentimiento de culpa y los secretos mal guardados pueden ser letales aunque la coartada y la razón para guardar dichos secretos sean aparentemente razonables y la motivación por hacer algo éticamente ilícito sea moralmente aceptable cuando ese motivo sea idealizado al máximo. La evolución de los personajes 30 años después estará condicionada por como vivieron aquella misión, que marcó profundamente su existencia. Como un western de magnitud fordiana, la película sabe presentarse como una crónica épica, pero todo cambia cuando luego pasa a ser él relato de una frustración y un fracaso. Película muy bien planteada, ya que en realidad son 2 películas (la de espías de los 60 y la de los ex espias dispuestos a descubrir la verdad de los 90), tiene momentos de guión bastante buenos y que resultan apasionantes, como toda la trama para capturar al médico nazi y la investigación posterior sobre la realidad del caso, narradas de manera muy clara y sin florituras inútiles. Las interpretaciones son de recibo, especialmente las de las dos actrices que interpretan a Rachel y que saben matizar muy bien la evolución del personaje: por un lado la joven Jessica Chastain (una actriz en alza, al loro con ella), idealista y dispuesta a vengarse en nombre de todos los judios que fallecieron en los campos de concentración, y la veterana Helen Mirren, que vuelve a regalarnos una interpretación de envergadura con una Rachel amargada y desengañada. También merecen tenerse en cuenta a Tom Wilkinson, Sam Worthington, y Marton Csokas, estos dos últimos como los jóvenes David y Stephan, dos hombres que marcaran el destino de Rachel cada uno a su manera antagónica. También es excelente la interpretación del actor danés Jesper Christensen como el siniestro médico nazi, todo un ejemplo de cinismo y maldad humana a tope.

Una muy buena película para aquellos que no se conforman con una película de intriga y espionaje del montón y para quienes deseen ver un drama humano como Dios manda. Es una pena que el clímax final de la película este tan poco conseguido y que algunos detalles finales del mismo sean tan cantosos, si no hubiese sido una peli redonda.

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