martes, enero 21, 2014

El Aparatito Lumiere EL LOBO DE WALL STREET (THE WOLF OF WALL STREET)




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La realidad superando a la ficción. Realmente, parece falsa e increíble pero es totalmente cierta la historia de Jordan Belfort  que Martin Scorsese ha llevado con gran acierto a la pantalla con un Leonardo DiCaprio en estado de gracia en el papel de Belfort, fundador de Stratton Oakmond una fraudulenta pero altamente exitosa compañía de inversión bursátil con cientos de trabajadores que a principios de los 90 estafaba gestionando inversiones millonarias en compañías minúsculas o ruinosas prometiendo a los inversores el oro y el moro y convirtiendo a Belfort en un archimultimillonario. Scorsese, partiendo del libro autobiográfico del propio Jordan Belford, realiza un curioso, deslumbrante y esquizofrénico grand guiñol sobre todo lo que puede haber detrás del éxito y del dinero y dejando que sea el antiheróico protagonista quien cuente con los rasgos de un DiCaprio totalmente metido en su papel la historia de su ascensión a finales de los 80 y su caída a finales de los 90 con una empresa en donde el sexo y la droga formaban junto con el engaño, el fanatismo y la ambición desmedida la base del ideario de la compañía. Al veterano director no le ha acobardado la complejidad del material de inicio- una biografía con infinitas ramificaciones en todos los sentidos que va desde el drama a la comedia alocada pasando por el cine negro, el relato policial y la intriga empresarial y con temáticas tan variadas como la estafa, el mundo de las finanzas, la prostitución, el consumo de drogas, el drama familiar, el sectarismo en el mundo empresarial moderno o el retrato de las clases pudientes con menos escrúpulos- y ha conseguido de nuevo una película redonda en donde ninguna escena ni línea de guión sobra y todo está estratégicamente situado para abrumar al espectador con una historia tan increíble como sórdida, una fábula poco edificante que ilustra lo jilipoyas que puede ser el ser humano  cuando la ambición se pone por medio.

El total recital interpretativo que da el último “muso” de Martin Scorsese Leonardo DiCaprio como Belford consigue ofrecernos el retrato de un hombre tan complejo y embaucador como repugnante: un joven caradura impostor capaz de dar el pego como algo que no fue (un genio de las finanzas) y que consigue llegar a las mas altas cotas del éxito gracias a su poder de persuasión, su carisma con sus subordinados y su total falta de escrúpulos. El otro protagonista de la película, la compañía Stratton Oakmond (todo un personaje colectivo encarnado en sus trabajadores con el cerebro bien lavado) aparece en este filme como el paradigma del todo vale para la consecución de un fin, incluido el consumo de drogas masivo y el sexo en el lugar de trabajo. La película, con un ritmo a veces endiablado y otras más pausado parece transcurrir según las coordenadas mentales del propio Belford y muchas veces no da tregua al espectador, aunque se logra hilvanar una historia trepidante y cambiante en donde tanto lo dramático como lo esperpéntico (pero real) se van turnando sin que nada chirríe. Con una buena pléyade de impagables intérpretes secundarios (Jonah Hill- también extraordinario-, Margot Robbie, Jon Favreau, Rob Reiner, PJ Byrne) y una más que perfecta puesta en escena, esta película demuestra que Martin Scorsese sigue siendo un enorme cineasta y que cada película suya siempre será una gozada para todo cinéfilo.   

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