martes, diciembre 13, 2016

1898: LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS



 
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Uno de los hechos más sugerentes de la historia española vuelve a tener su revisitación cinematográfica esta vez en una versión menos mitificadora y patriótica que aquella producción de 1945 a comienzos del Franquismo. El Sitio de Baler y  su inútil resistencia que entre 1898 y 1899 llevó a cabo un destacamento del ejército español en Baler, Filipinas, coincidiendo con los últimos estertores de la Revolución Filipina y más adelante con el conflicto bélico hispano-filipino terminado y con resultado favorable de la colonia asiática frente a la metrópoli española (algo que aquellos soldados españoles desconocían y por ello seguían luchando) es un material dramático de primer orden y así lo ha entendido el realizador Salvador Cano que ha firmado un más que interesante drama bélico que sin ser ninguna obra maestra aúna  modestamente los aprendizajes del Francis Ford Coppola de Apocalipse Now o el Stanley Kubrick de Senderos de Gloria para hacer un filme de notable carácter antibelicista y de denuncia sobre la inutilidad de la guerra que se sigue con enorme atención y que presenta toda una galería de miserias humanas en situaciones límites en un contexto tan kafkiano como irrespirable, ambientes ambos perfectamente captados en esta película.

Con un reparto eficaz y que hace perfectamente creíbles sus papeles- aunque a veces no parezcan especialmente fidedignos algunos comportamientos de los personajes, más propios de épocas contemporáneas que del siglo XIX- este es un filme en el que hay que tener en cuenta que no nos encontramos ante la crónica glorificada de una gran hazaña bélica ni de tampoco ante un filme de guerra lleno de batallas, combates y escaramuzas, sino más bien ante un drama de personajes con su tono naturalista, histórico y de denuncia (también, y por supuesto, al colonialismo) que descansa sobre todo en diálogos y en las relaciones de sus personajes. Narrada bajo el punto de vista de uno de sus soldados, Carlos (Álvaro Cervantes), un joven con ganas de terminar el conflicto de una vez por todas y que duda con la deserción junto con sus camaradas de armas Jose (Ricardo Gómez) y Juan (Patrick Criado), pronto se verá el conflicto de visiones e intereses de los soldados frente a los oficiales, con el teniente Cerezo (Luis Tosar) a la cabeza ,que cuenta con el apoyo del sargento Jimeno (Javier Gutierrez) y la tenue oposición del Dr. Vigil (Carlos Hipólito), mientras que el excéntrico religioso adicto al opio Fray Carmelo (Karra Elejalde) actuará como la torturada voz de la conciencia de Carlos. Bien filmada y con escenas y momentos más que interesantes con inspiración en el western crepuscular, el cine bélico clásico y los filmes antes mencionados, a la película le sobra sin embargo algún momento pastelón (la cancioncilla de la muchacha filipina) y un cierto desmañamiento en resolver la historia. Por lo demás, una más que correcta película.     

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