jueves, noviembre 01, 2018

QUIEN TE CANTARÁ


 
**** y 1/2

Sin duda alguna Carlos Vermut ya es un cineasta de referencia dentro del cine español. Tras la premiada y críticamente aclamada Magical Girl- una de las mejores películas españolas de la década de los 2010-  el director madrileño (de verdadero nombre Carlos López Rey) vuelve a dar en la diana con un drama-thriller que reincide estética y conceptualmente en varios elementos de Magical Girl, como son imágenes poderosas y turbadoras, parquedad narrativa, momentos simbolistas desconcertantes y cierto trasfondo irreal y fantástico. En este tercer largometraje de Vermut es de nuevo evidente la influencia de David Lynch, aunque para esta ocasión con algunas gotas de Hitchcock – otra admiración confesa del director- , el Brian de Palma de sus mejores años y, por que no, el Iván Zuleta de Arrebato que también estaba presente en Magical Girl. Es cierto que Quien te cantará no supera a aquella película, pero de nuevo resulta un film de bandera al que su cripticismo y alguna irregularidad menor le impiden ser una obra maestra al cien por cien. Llevando a cabo una sui generis deconstrucción del género musical, la historia nos muestra hasta donde puede llegar una crisis de identidad así como a costa de que sacrificios se puede alcanzar el éxito al tiempo que se pregunta que es exactamente eso y si en realidad merece la pena.

Quien te cantará gira en torno al mundo de la música- el negocio musical, más concretamente- y de las  mujeres. Por un lado se encuentra la cantante Lila Cassen (soberbia Najwa Nimri), una estrella de la canción retirada 10 años atrás que cuando precisamente va a volver a los escenarios pierde la memoria en un accidente, y por el otro su inesperado alter ego, Violeta (Eva Llorach, también magnífica) una camarera que vive modestamente con su hija de 23 años (Natalia de Molina) -a la que tuvo de muy joven y que literalmente la somete- y que es una fan absoluta de Lila y gran imitadora suya; por iniciativa de Blanca (Carme Elías), la manager y amiga de Lila; Violeta será contratada para volver a enseñar a cantar y a actuar sobre un escenario a una desnortada Lila, quien parece no ser la misma en todos los sentidos tras el accidente pareciendo rebelarse contra su propia persona y su status. Un juego de identidades y desdoblamientos comenzará entre las dos mujeres, quienes parecen dispuestas a dejar atrás sus respectivas vidas pasadas al tiempo que un múltiple y perverso juego de dependencias vitales y emocionales a cuatro bandas parece urdirse entre Blanca, Violeta, Lila y Marta, la hija de Violeta. Tanto la dirección interpretativa como la deslumbrante puesta en escena que combina los sugerentes y luminosos exteriores de la costa gaditana con los modernos y fríos interiores de la mansión de Lila y su asaz irreal mundo hecho al modo de un escenario artificial ayudan a elevar al filma a una experiencia visual y narrativa de enormes magnitudes en donde sus protagonistas femeninas se comen la historia haciendo fascinantes los muchos giros de guión y los momentos más inquietantes del relato.

La música (firmada por Alberto Iglesias) cumple como era de esperar un papel pivotal en el devenir de la historia y los momentos en que suenan las canciones de Lila Cassen, interpretadas por Najwa Nimri en el rol de Lila o por Eva Amaral cuando es el personaje de Eva Llorach el que canta, son fascinantes y una vez más, davidlynchianos. También con referencias un tanto desconcertantes a Blade Runner o al cine de terror, la película captura al espectador sobre todo al final de la misma cuando se da cuenta de la alucinante estructura de espejo recíproco de los personajes y sus vidas y motivaciones. De lo mejor del cine español de 2018.

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