jueves, septiembre 27, 2012

El aparatito Lumiere A ROMA CON AMOR (TO ROME WITH LOVE)




* y 1/2

Woody Allen de rebajas. Últimamente resulta por desgracia bastante habitual que el realizador neoyorquino, que continua siendo uno de los mejores directores vivos, haga estrene películas pasables o sencillamente mediocres, algo que hasta hace bien poco no era anda habitual en su prolífica filmografía. Si que es cierto que su última “política” cinematográfica de realizar filmes en coproducción con países europeos se estaba mostrando interesante e incluso fructífera y le estaba dando un nuevo brío y frescura al peculiar universo y discurso del veterano realizador, pero ya al cosa empieza a hacer aguas. Primero fuer con el Reino Unido, después con España, con Francia y ahora le toca el turno a Italia. Pero A Roma con Amor, un torpe intento de inmersión en terrenos fellinianos o de homenaje neorrealista en clave de comedia, bien puede considerarse el peor filme de la carrera de Woody Allen.

Woody no se siente nada cómodo en una película rodada y ambientada en Roma con un poco oportuno sabor turístico que abundaba aunque no de manera tan marcada en Vicky Cristina Barcelona, era más comedido en Midnight in Paris  (su último gran trabajo) y estaba ausente en el díptico Match Point y Scoop lo más fidedigno que había hecho Allen en cuanto a  respetar ciertos cánones estilísticos propios del cine del “país de acogida”. Ha pretendido hacer algo parecido en esta película pero le ha salido una parodia torpe solo salvada levemente por sus ramalazos de genialidad en cuanto a diálogos y situaciones, aunque de manera muy aislada. Son cuatro historias diferentes las que conforman el filme: un matrimonio americano maduro (Woody Allen y Judy Davis) que visita Roma para conocer a su futuro yerno italiano y descubre que su consuegro (Fabio Armiliato), propietario de una empresa de pompas fúnebres, es un virtuoso tenor operístico en potencia, un oficinista romano (Roberto Begnini) que de repente vive una kafkiana situación como celebridad sin hacer nada extraordinario, un joven estudiante estadounidense residente en la capital italiana (Jesse Eisenberg) con un dilema amoroso ante la llegada de la amiga de su novia (Ellen Page) y aconsejado por un veterano arquitecto americano (Alec Baldwin), y las tribulaciones de un joven matrimonio italiano (Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi) que en un viaje de negocios familiares se pondrá a prueba por la perdida de un móvil  y un malentendido provocado por una prostituta (Penélope Cruz). Historias woodyallenescas pero pobremente trazadas y sin convicción que tratan de funcionar rindiendo pleitesía a Italia, al ciudad de Roma y el muy rico legado de la comedia italiana pero que se quedan a medias por explotación de tópicos transalpinos y una sobrecarga de personajes. Allen, ah querido disfrazarse esta vez de director italiano como ya se puso con éxito la máscara de director británico a mediados de los 2000, pero al final se ha quedado a años luz de Fellini, De Sica o Visconti y se ha conformado con ser el cargante y artificioso Roberto Bernini en su faceta de director, que dicho sea de paso protagoniza el más flojo segmento del filme. Música de Doménico Modugno, localizaciones en la Fontana de Trevi y el Coliseo, fragmentos de la ópera Pagliacci y unos aberrantes insertos de una canción de Raffaella Carrá que se oyen por doquier terminan de dar un nada oportuno tono de postal barata. El viejo Woody ya flojea, pero esto iba a suceder en algún momento, todos somos humanos. Hasta él.  

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