miércoles, mayo 27, 2015

El Aparatito Lumiere MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA (MAD MAX: FURY ROAD)





***y 1/2

Era lógico que en una época en la que el cine está demostrando estar enormemente falto de creatividad y en donde la mayor parte de los estrenos destinados a ser blockbusters (reales o potenciales) son remakes, reimaginaciones, secuelas, precuelas o remixes de filmes de éxito/culto preexistentes (y la mayoría de estas revisiones, bastante deficientes), el anuncio de un nuevo capítulo de la mítica saga futurista Mad Max fuese recibido con escepticismo y bastante desconfianza por parte de los seguidores de la saga y de los fans del cine fantástico. El hecho de que el creador de aquella trilogía que revolucionó el cine de acción y la ciencia ficción cinematográfica en los años 80, George Miller, fuese el responsable de esta nueva aproximación al mito de Mad Max era hasta cierto punto tranquilizador y visto el resultado final se puede decir con toda convicción que el veterano realizador australiano ha conseguido en este Mad Max:Fury Road, una película de acción y fantástica con personalidad propia más allá de aquellos tres filmes que entre 1979 y 1985 hicieron flipar a muchos espectadores con su estética bizarra y su excéntrica y adrenalinítica puesta en escena y lanzaron internacionalmente a un joven actor llamado Mel Gibson. No se trata de ninguna secuela de los anteriores filmes, ni es tampoco un remake propiamente dicho de ninguno de ellos- aunque estoe s algo matizable, como luego indicaremos- y tampoco es un mero pastiche-homenaje fácil. Se trata de una digamos reinvención y reseteo del universo Mad Max con nuevos personajes -aunque su protagonista, Max Rockatansky aún permanece, claro-, más medios técnicos y un nuevo argumento, pero con el mismo espíritu de aquellos filmes ochenteros australianos en donde se nos presentaban unas violentas historias con total inspiración western (clara influencia de Sergio Leone) trasladadas a un horrible futuro distópico repletas de personajes visual y comportamentalmente excéntricos (locos, tullidos, deformes, enfermos) formando una anti-sociedad caótica, destructiva, tribal y primitiva en donde la supervivencia parece el único objetivo envuelta en vestuarios y looks  atemporales y transculturales, vehículos motorizados imposibles y acción y violencia sádica. Elementos todos estos que aparecen en este nuevo filme con un tamiz estético más contemporáneo y bastante sublimados merced a un presupuesto más generoso y a mejores y más modernos efectos especiales, pero sobre todo a la madurez e inteligencia de Mr. Miller que ha sabido resituar como dios manda a su más recordada creación cinematográfica en la imaginación del siglo XXI.

El británico Tom Hardy (Drive) hereda el papel que le diera fama a Mel Gibson, el de Max Rockatansky, un ex policía convertido en héroe accidental tras un Apocalipsis mundial en donde todo tipo de energía ha desaparecido por completo, aunque en realidad en este filme Max comparte protagonismo con Imperator Furiosa, una heroína manca, decidida y belicosa a la que da vida una sorprendente Charlize Theron. Ambos son los puntales de una historia en la que George Miller ha tomado como clara referencia la segunda entrega del Mad Max clásico Mad Max 2: El guerrero de la carretera (1981), un filme que ya difería en su planteamiento bastante con respecto a Mad Max. Salvajes de la autopista (1979) ya que se pasaba de un futuro en crisis energética y trufado de ultraviolencia gratuita  a otro donde sencillamente el hombre había entrado en estado salvaje y cuasiprimitivo con una hecatombe nuclear por medio; no tratándose de un remake de aquel Mad Max 2 sino de una reinvención de sus elementos más significativos. En pleno desierto australiano, el viejo tirano enmascarado Inmortan Joe (Hugh Keays-Byrne, quien curiosamente fue el villano del Mad Max de 1979) rige una sociedad similar a un gigantesco hormiguero o colmena con una multitudinaria casta de acólitos -soldados (casi todos hijos suyos), reproductoras, extractoras de leche, exploradores- que se encuentra por encima de unos habitantes famélicos que acceden limitadamente al suministro de agua que él controla y diferentes prisioneros y esclavos destinados a ser literalmente explotados. Rockatansky- el personaje difiere algo en su planteamiento del que encarnó Gibson- , del que poco conocemos salvo que una vez fracasó en su propósito de salvar a seres queridos, huye de su destino como suministrador de sangre para transfusiones destinadas a Inmortan Joe y su séquito cruzándose con otra fugitiva, Imperator Furiosa, una exploradora al servicio de Inmortan Joe que desobedece una importante misión y huye con un grupo de mujeres jóvenes destinadas a dar a luz a los descendientes del tirano en busca de una mítica tierra prometida para desertores. A partir de ese momento el espíritu del western y la road movie se adueñan de la función con un espectáculo visual de primera magnitud en donde se corrige y aumenta todo el universo Mad Max de los 80 y sin caer en el autohomenaje complaciente (aunque las referencias a momentos y personajes de los tres filmes anteriores son constantes) ni en la repetición. Muy buenas escenas de acción motorizada de fuerte impacto visual- la fotografía de John Seale es grandiosa- y una puesta en acción grandiosa reforzada por cierto regusto poético en las imágenes y en la milimetrada coreografía del conjunto. Tal vez algunas escenas de acción resultan demasiado largas y la falta de diálogos lleven a muchos espectadores al hastío o al desconcierto, pero Miller sabe manejar tan aparatosa material con soltura y profesionalidad y es capaz hasta de dar cierto aliento dramático épico shakespeariano a una película de acción desatada y persecuciones deudoras de los dibujos animados y del cine mudo de coches destrozados y de tornar una historia potencialmente cargada de testosterona en un alegato feminista que de paso viene a reivindicar e reivindicar un poliédrico rol de la mujer en el cine de acción. Y todo ello, dicho sea de paso con efectos especiales en su mayoría tradicionales (maquetas, prótesis, explosiones reales) Bienvenido de nuevo Mad Max  a las salas de cine.

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