lunes, octubre 14, 2019

JOKER




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Más allá de los comentarios sobre los efectos posibles del discurso de la película y sobre su posicionamiento ante la violencia y en definitiva toda la (exagerada) controversia que ha creado especialmente en EEUU, Joker es ante todo una gran película.  Su gran acierto es - por fin- trascender completamente su condición de adaptación de cómic dentro del tan manoseado últimamente por el mundo del cine género de superhéroes para erigirse como un thriller psicológico con elementos políticosociales que funciona perfectamente de forma independiente fuera del universo de Batman, cómic en el que surgió el personaje de Joker, además de situarse  lejos de las coordenadas genéricas del cine fantástico o de acción. Incluso parece borrarse cualquier conexión con otras adaptaciones que Warner y DC Films han hecho en los últimos años de personajes de catálogo de superhéroes de la viñeta (Superman, Batman, Wonder Woman, La Liga de la Justicia) lo que no quita para que este filme pueda ser la precuela de otro con el hombre murciélago como protagonista. Estamos ante una obra maestra del neo noir y ante un thriller que puede marcar una época, y gran parte de ello y sin restar ningún mérito a otros muchos elementos sublimes a la extraordinaria interpretación de Joaquin Phoenix, camaleónico e imprevisible actor cuya progresión película a película va in crescendo y mira que ha hecho actuaciones memorables y calificadas de “su mejor interpretación”: esta vuelve a serlo, y es muy probable que ya él mismo no pueda superarla. Francamente espléndido.

Al no pretender ser una mera precuela al uso comercial o una película sobre el origen del personaje de Joker, uno de los mejores villanos de la historia de la ficción (ideado en 1940 como archienemigo de Batman por los creadores de dicho personaje Bob Kane y Bill Finger más Jerry Robinson y cuyos orígenes han sido reinventados varias veces en diferentes medios), este filme ha tenido total libertad para ser lo que ha querido ser, un drama-thriller psicológico adulto y sombrío con varias (aunque escasas) escenas de violencia sanguinolenta desatada y personajes torturados al borde de la locura y la psicopatía, como ejemplifica su protagonista. En esta reinvención en clave totalmente realista del personaje la influencia de Martin Scorsese- que al principio iba a ser el productor ejecutivo- es totalmente clara: Joker  toma no pocos elementos del universo de violencia y sordidez callejera con contenido social del primer Scorsese convenientemente actualizados en el momento actual (influencia alienante de de los medios de  comunicación y la telebasura , desprecio a los diferentes, enriquecimiento de una parte de la población frente a al depauperación de otra, corrupción política, dominación de als grandes corporaciones) y se plantea como una efectiva mezcla de dos obras maestras del genio italoamericano como son Taxi Driver y El Rey de la Comedia haciéndo además un homenaje a ambas con la presencia de Robert de Niro como el carismático y arrogante presentador televisivo Murray Franklin, al que el personaje de Arthur Fleck/Jocker admira obsesivamente (efectivamente, esto recuerda mucho a la última película citada). Por otro lado, aunque la película toma en su premisa elementos del cómic The Killing Joke (1987) de Alan Moore y Brian Bolland que contaba precisamente el origen de Joker la historia es completamente original y diferente si bien aquí la influencia del gran Alan Moore también es notable.  El director Todd Phillips, conocido principalmente por comedias desatadas se reivindica aquí como un director más que competente  


Joker es la historia de un hombre, Arthur Fleck, cuya dualidad de enfermo mental con trastornos varios (incluyendo una risa incontrolable) y perdedor de clase baja le hace ser un sujeto especialmente vulnerable. Payaso callejero de profesión (oficio que se le da bastante mal) y dedicado al cuidado de su madre enferma (Frances Conroy) Fleck lucha como puede contra sus paranoias, su pobreza y sueña con convertirse en un cómico del circuito de clubes dentro de la corrupta y marcada por la violencia ciudad de Gotham. Su admiración por Murray Franklin y la sombra del hombre más poderoso de Gotham, candidato a la alcaldía y para quien su madre estuvo trabajando, Thomas Wayne (Brett Cullen) empieza a ejercer sobre el una extraña influencia al tiempo que su estado mental va deteriorándose por momentos. Es esta una desasosegante reflexión sobre posibles orígenes del mal en una persona y sobre como se puede llegar a la amoralidad más absoluta, dejando un reguero de hipótesis y causas de todo tipo que van desde lo innato hasta el ambiente externo; al fin y al cabo nada nuevo pero contado y llevado al extremo. La película consigue plantear inquietantes interrogantes y no deja títere con cabeza en su crítica a un mundo occidental corrupto en diferentes niveles y donde la línea entre el héroe y el villano esta decididamente borrosa. Porque este Joker es presenta por primera vez como un antihéroe tal vez contra su voluntad y con no pocas características de un héroe épico al uso. Sin necesidad de escenas de acción y si con largas secuencias sin diálogo que van mostrando el devenir mental y existencial del protagonista y momentos un tanto gore y ultraviolentos el mensaje que deja el filme es inquietante pero oportuno. Con una fotografía gastada y granulosa y una ambientación más bien atemporal (es difícil saber si estamos a finales del siglo XX o a principios del XXI pese a que el tono vintage noventero domina el filme), Joker es un filme oscuro pero delicioso que por fortuna a recuperado sin cortapisas y sin autocensura  los elementos más genuinos del thriller psicológico más crudo. Imprescindible.

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