miércoles, octubre 27, 2021

EL BUEN PATRÓN

 


 

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El regreso de Fernando León de Aranoa no ha defraudado. Si, tal vez El Buen Patrón se trate de su mejor película (incluso por encima de  Los Lunes al Sol) y además no cabe ninguna duda que el realizador madrileño ha alcanzado su madurez como director demostrando enormes recursos en esta comedia con tintes dramáticos que utiliza la sátira de un modo muy comedido y convincente para hacer una acertada crítica social, algo esto último habitual en la filmografía de León de Aranoa. Se puede decir que el realizador se ha recuperado de sus traspiés en sus últimos filmes (Amador, Un Día Perfecto, Loving Pablo) y vuelve por sus fueros en un filme que es de lo mejor del cine español en 2021.

De nuevo nos encontramos con Javier Bardem como protagonista en una cinta de León de Aranoa; además de ponerse de manifiesto la total compenetración entre el actor y el director Bardem nos regala una interpretación antológica como el patrón al que hace referencia el título: Blanco, un empresario de mediana edad propietario de una exitosa empresa de básculas que ante el reto de optar a un premio a la excelencia empresarial quiere sublimar su carácter de patrón aparentemente bondadoso y paternalista ante sus empleados en una semana previa a la visita de los evaluadores que resulta inesperadamente accidentada. La actuación del actor español más internacional con permiso de Banderas es de las mejores de su carrera, entre la seriedad y el esperpento para dar vida a un personaje contradictorio, hipócrita y engañoso fiel reflejo de muchos pequeños y medianos empresarios españoles. Sobra decir que mediante el personaje de Blanco el mundo de la convivencia y relaciones en el entorno laboral (con sus extensiones inevitables fuera de ese mundo) aparece aquí retratado en toda su fiereza, entre el costumbrismo, el apunte naturalista y la chanza. Aunque muchas cosas que aquí se nos cuentan pueden parecer cómicamente exageradas, en realidad no resultan muy diferentes de muchas experiencias vividas en infinidad de trabajos y empresas.   

El guión firmado por el director apuesta por una temporalidad más o menos limitada (una semana) y por el recurso de las historias entrecruzadas con los esfuerzos del empresario por hacer recuperar la “normalidad” a su compañía ante un acontecimiento clave: por ello la coralidad en los personajes se impone brindando un estupendo espectáculo narrativo del que debe mucho las excelentes interpretaciones de un reparto eficaz ante una galería de personajes muy trabajada. Está el jefe de producción y amigo íntimo del jefe con problemas personales que afectan a su rendimiento (Manolo Solo), el despedido que se manifiesta todos los días a la puerta de la planta poniendo en un aprieto al patrón (Óscar de la Fuente), el transportista quemado con su trabajo (Tarik Rmili), el veterano empleado entregado al jefe en sus últimas consecuencias (Celso Bugallo) o la joven becaria cuya contratación esa misma semana terminará afectando decisivamente en los acontecimientos (Almudena Amor). La historia, en donde las “viñetas” y el desarrollo de situaciones determinadas marcan el paso, termina convergiendo en una catarsis en donde las enseñanzas que se sacan son más bien devastadoras. A la espera de conocer si entrará finalmente en la terna de las cinco películas nominadas al Oscar de mejor filme en lengua no inglesa, lo cierto es que El Buen Patrón es ya uno de los mejores filmes hispanos del año.

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