jueves, marzo 02, 2023

IRATI

 


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Un mayor atrevimiento, el desprendimiento de complejos, la disponibilidad de mayores presupuestos y en definitiva una sana ambición por romper con los encorsetamientos en cuanto a temáticas recurrentes han conseguido que el crecimiento de la calidad del cine de género en la cinematografía ibérica alcance ya cotas homologables a las mejores producciones internacionales del ramo. Irati, segundo largometraje del gasteizarra Paul Urkijo (Errementari, 2017) lo ejemplifica y ya se postula como una de las mejores películas fantásticas de la historia del cine español. Basada en la novela gráfica El Ciclo de Irati de Jon Muñoz Otaegi y Juan Luis Landa, la película parte de la sugerente y rica mitología ancestral vasca y de la Historia medieval con elementos legendarios para ofrecernos un deslumbrante y excelso espectáculo visual trufado de hermosas imágenes provistas de un halo de irrealidad de cuento antiguo y de iconografía pictórica medieval enmarcadas en preciosos parajes naturales que brillan con luz propia (el filme ha sido rodado en Álava, Navarra y el pirineo oscense) que sirven de marco para una historia de aventuras, romance, batallas y fantasía con cierto leve trasfondo ecologista y filosófico. Una película que podríamos situar en el subgénero de la Dark Fantasy y que pese a tomar un punto de partida histórico (el surgimiento del Reino de Pamplona en el siglo IX DC, la segunda batalla de Roncesvalles) es decididamente una cinta de fantasía épica pero calibrando sus referentes literarios: más Tolkien que Robert E. Howard, más Lord Dunsany que Thomas Malory, o más James MacPherson que Navarro Villoslada. Así mismo parecen claras sus referencias cinematográficas, percibidas en Excalibur de John Boorman (en general lo artúrico parece guiar este filme) y la saga adaptadora de El Señor de los Anillos, de Peter Jackson. La siempre apasionante mezcla entre lo histórico real y lo legendario esta tratada con una sutilidad de orfebre que hace que un guión-cuento en realidad simple se convierta en una epopeya, algo que es lo que siempre se le pide a una leyenda épica. Con todo, el  principal logro artístico de esta película reside indudablemente en su acabado formal, el cual supera a la historia y hace que Irati- sin desdeñar en absoluto esta última, una golosina para los amantes de la fantasía épica- sea una arrebatadora experiencia.

El hecho de que haya muy pocos decorados y que la gran mayoría de las imágenes sean tomadas en medios en plena naturaleza es insólito y es de agradecer: paisajes de Eskal Herria tan hermosos como las cuevas de Leze o Arrikrutz, el Valle de Aralar, la Selva de Irati (como no), o de Huesca como el Castillo de Loarre, lucen magnos y de leyenda, como lo que son en realidad, captados por la extraordinaria lente de Gorka Gómez Andreu. La historia nos presenta el viaje iniciático de Eneko (Eneko Sagardoy), el futuro Iñigo arista, el joven hijo y heredero del líder de un clan vascón de un valle pirenaico en lo que es hoy Navarra que debe restaurar la memoria de su padre, Eneko Ximénez (Iñigo Aranbarri) recuperando su cuerpo, aparentemente enterrado en una cueva en la que también se encuentra el fabuloso tesoro de los francos de Carlomagno, derrotados años atrás por su tribu la cual contó con la ayuda de Mari (Itziar Ituño), la mujer inmortal que es la encarnación de la Madre Tierra, por mediación del padre de Eneko. Eneko, que como muchos en su familia ha abrazado el cristianismo recién implantado en los Pirineos, es guiado hacia su misión por una muchacha pagana, Irati (Edurne Azkarate), la cual parece tener habilidades extraordinarias y secretos, mientras que algunos de los más destacados miembros de su clan y que repudian a la familia de Eneko pretenden hacerse también con el tesoro.

El poder del paganismo y las fuerzas de la tierra, representados por Mari y por otros seres legendarios vascos como el cíclope Tartalo, el dragón Sugaar, o las lamias, frente a la novedad que supuso la introducción del cristianismo y otras creencias es el leiv motiv subyacente de la historia, que en realidad pretende reflejar la prevalencia de lo ancestral, lo sobrenatural y lo feérico frente al pragmatismo y la imperfección humana. La emocionante música de Miren Arrotajauregi y Aranzazu Calleja y unos soberbios efectos especiales y de maquillaje añaden más que un plus a una película hecha con mimo, cuidado y profesionalidad. Decepcionará a los que esperen un espectáculo de acción puesto que esta solo aparece en contadas ocasiones (aunque las escenas de batalla son también de lo mejorcito del filme) y a los que ansíen algún mensaje ideológico claro; pero entusiasmará a los amantes del buen cine-espectáculo (es decir, con chicha y fundamento), a los degustadores de cine de género y a los amantes de las leyendas y las  mitologías indoeuropeas. El hecho de estar rodad en euskera antiguo y el hecho de que en la mayor parte de las salas de España se esté exhibiendo en VO es todo un acierto que le añade un plus de autenticidad al filme. Y también habrá que seguir con detenimiento la carrera de Paul Urkijo porque se antoja que nos va a dar muy buenos momentos.       

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