miércoles, febrero 15, 2012

El aparatito Lumiere MONEYBALL

 

** y1/2

Brad Pitt luce orgulloso su nominación al Oscar al mejor actor por esta película, y aunque hace un interesante trabajo no lo va a tener muy fácil ante una competencia bastante intensa este año en este galardón La verdad es que el marido de Angelina Jolie aporta bastante credibilidad interpretando a un personaje real, un “american hero” llamado Billy Bean, manager del equipo de béisbol Oakland Athletics (más conocidos como los A´s) que a principios de los 2000 decidió convertir a su club, de bajo presupuesto, en un equipo invencible pero sin salirse de la precariedad económica al contratar a un equipo de economistas y analistas matemáticos (en esta película reducidos a un solo personaje ficticio) para confeccionar un equipo técnica y científicamente perfecto sin gastarse talegadas…y por poco ganan la liga. Una historia típica de fracasados redimidos (en este caso una antigua promesa del béisbol que se quedó en nada convertido en un exitoso manager general) y de lucha y triunfo de pequeños contra poderosos que sabe no caerse en tópicos o en planteamientos típicos de telefilme de sobremesa pero que no es capaz de ofrecer una historia verdaderamente atrayente. Y es que Moneyball es una película muy centrada en el mundo del béisbol y todo gira alrededor de dicho deporte. No es que se precise ser entendido de este deporte para ver esta película (requisito que por estos lares casi nadie cumple), ya que ni servidor tiene excesiva idea de cómo va el deporte del bate más que cuatro cosas, pero esta claro que siendo Moneyball una película deportiva - además de drama con ribetes de comedia y de épica película de autosuperación- es difícil que guste a las personas poco aficionadas al deporte. Como tampoco es muy posible que entusiasme al público en general pese a algunas virtudes y algún que otro bueno momento.

Brad Pitt es dueño y señor absoluto de la función y el solito mueve la historia con una interpretación más que convincente ofreciendo un logrado retrato de un hombre ambicioso que no dudó en adoptar una medida para muchos extravagante (el análisis científico de el juego y de los jugadores, que también influyó en la política de fichajes del club) para convertir un equipo limitado por su presupuesto en uno de los grandes de la liga americana de béisbol en un solo año. En resumidas cuentas, un cabezota que lucha para huir de la mediocridad y especialmente de su propia mediocridad con un pasado como una promesa del deporte que defraudó a todos. La película se ve bien pese a contar con bastante lenguaje (a veces poco comprensible) del mundo del béisbol y la verdad es que no abusa de lugares comunes del cine deportivo más populista con venga y dale de imágenes de partidos (aunque también las hay). Pero el filme se queda decididamente cojo cuando trata de ser un drama épico con todas las de la ley, y pese que utiliza bien los elementos de comedia y no abusa del melodrama que podría suponer, por ejemplo, la situación personal del protagonista, la cosa no despega y la película se queda en una ejemplarizante historia sin más. Ni tan siquiera el guiño “friki” al presentar al delicioso personaje del joven nerd  gordito y gafoso que aplica sus enormes conocimientos sobre números y matemáticas como asesor principal de Billy Bean en su ambicioso proyecto (aunque en la historia real, como dijimos antes fueron más de uno) logra dar a la película el puntillo más o menos surreal que prometía la premisa. Eso si, Jonah Hill esta muy convincente como este cerebrito llamado Peter Brand. Por otra parte, tal vez  excesiva duración para una película que podía haberse resumido bastante sin tanto rollo macabeo en los últimos compases    
    

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