domingo, marzo 11, 2012

LO LLAMABAN TONTIPOP



En el panorama pop rock español, en el periodo 1997-2003 un curioso fenómeno tuvo lugar: grupos de universitarios y postuniversitarios en la mayor parte de los casos mixtos (osease, de tíos y tías) con una instrumentación basada en teclados, cajas de ritmo y sintetizadores rudimentarios y/o desfasados que solían tener chicas cantantes de voces infantiles, estética naïf y horteramente colorista  y una temática de sus canciones ídem de lo anterior que proclamaba la exultante alegría de vivir por medio de alegatos al consumismo pop y una actitud entre la parodia y el un curioso y a veces desconcertante desdibujamiento entre la personalidad real de sus protagonistas y unos pretendidos alter egos artísticos que a fin de cuentas eran los que daban la (muchas veces ridícula) cara en los discos y en el escenario. Parecía el resurgir del pop más cándido y ñoñi de los primeros años de la  famosa Movida musical española propagado por gente  como los Alaska y los Pegamoides más poperos, las Chinas, los Trastos o Los Nikis y también del pop ye-ye de consumo de los 60 especialmente en su vertiente hispana: todo desde una óptica de homenaje manierista y facilón o de una  relajada reverencia a una época dorada del pop hispánico, pero al final terminó siendo un estilo con personalidad propia y característico del pop rock español a finales de los 90 y principios de los 2000 principalmente por su ingeniosa regurgitación de la cultura pop (música, cine, TV, cómic, dibujos animados, publicidad, tótems de la sociedad del consumo de finales del siglo XX) en productos musicales con numeroso guiños y referencias que hicieron las delicias de frikis y nerds. Y en lo estrictamente formal, era pop naïf a veces eléctrico pero la mayoría de las veces tecno y electrónico, hecho con discutible conocimiento musical, con una instrumentación sencilla, letras absurdas e infantiles y  una clara voluntad lúdica y desenfadada; en resumidas cuentas total despreocupación hedonista en un pop que paradójicamente debía de ser rabiosamente comercial (lo hubiera sido en los 80) pero que en los 90 y 2000 fue una rama más del rock independiente español, y sus grupos, solo conocidos por cuatro gatos.  
     
Los Fresones Rebeldes, los pioneros

Era lo que llamaron Tontipop (no se sabe a ciencia cierta quien acuñó el término, de claras connotaciones despectivas): un universo poblado por grupos o proyectos fantasma tales como La Casa Azul, Meteosat, L-Kan, La Monja Enana, Niza, La Pequeña Suiza o los Fresones Rebeldes. Es cierto que añadieron unas gotitas de frescura, inmediatez y desenfado pop postadolescente en la un tanto inaccesible y a  veces un tanto sobrevalorada escena independiente-alternativa del rock español de finales de los 90, dominada por gente como Los Planetas Sr. Chinarro, Mercromina, Migala, El Niño Gusano o grupos del omnipresente sello Subterfuge como Dover y toda el ejercito de bandas que cantaban en inglés rudimentario que surgieron comos setas desde mediados de los 90, pero sus logros no fueron todo lo que se deseaba para crear una creíble y consistente escena de pop alternativo de calidad, principalmente porque salvo excepciones faltaban ideas realmente originales, buena formación como músicos por parte de sus protagonistas y ambiciones artísticas que les llevase  a estos a concebir discos realmente competentes. Por el contrario, grupos de diferentes inspiración y naturaleza que también tenían un enfoque de pop electrónico alternativo como Astrud o Ellos- y que no se adscribirían dentro del tontipop- lograron hacer trabajos de verdadero interés a principios de los 2000.     
 Blas y Las Astrales, tontipop bizarro

El nacimiento oficial del tontipop se suele situar en 1998 en la ciudad de Madrid, concretamente en el barrio de Malasaña y con universitarios y pijos veinteañeros admiradores de la movida de los 80 como padres y madres del invento, pero no hay que olvidar que en otras ciudades como Barcelona o Gijón, incluso antes en el tiempo,  ya se habían gestado grupos que interpretaban sencillitas canciones pop de melodía facilona y memorizable, actitud y estética naïf y un manierista y cuasiparódico canto a la alegría de vivir, los amores juveniles y la diversión post-teen sin fin, tales eran los catalanes Los Fresones Rebeldes, el primer grupo de tontipop de cierta repercusión, o las asturianas  Nosoträsh, grupo femenino que llegó inconscientemente al tontipop en 1997 partiendo de un pop alternativo juvenil inspirado en grupos y ritmos de los 60. Pero en Madrid empezó a existir en aquel 1998 Meteostat, otro grupo mixto de cantantes femeninas con vocecillas infantiles y melodías machaconas y minimalistas que no obstante tenía su gracia. Pero si Los Fresones Rebeldes era un grupo eléctrico con guitarras como elemento musical predominante, Meteosat en cambio era un combo basado en principalmente en los teclados (que no en la electrónica)…aunque fuesen de un casiotone. Pero, ¿Qué estaba uniendo a estos catalanes y a estos madrileños para que desde ese alejamiento geográfico sus propuestas musicales gozasen de cierta convergencia? Pues cierta retrofascinación por la cultura pop de los 60,70 y 80 (especialmente de la de esta última década) pero siempre desde la óptica nostálgico-revivalista de la generación nacida entre 1972 y 1978 que vivió en su infancia cosas como las canciones de Parchis y Enrique y Ana, Mazinger Z, D’ Artacan y lo Tres Mosqueperros, el Cinexin, el Scalextric, los Clicks de Famobil  y las chucherías tipo caramelos Chimos o Peta-Zetas y que pretendía reciclarlas en un lenguaje musical nuevo que retrotrajese a una infancia feliz que, no olvidemos, fue característica por poseer unas serie de tótems comunes (los antes mencionados, por ejemplo) independientemente de la procedencia geográfica, la formación académica o las circunstancias particulares vividas por los niños y niñas de entonces, manofacturadores del tontipop ahora. Pero el tontipop no vivió exclusivamente de ese recuerdo ni mucho menos, solo utilizó ese culto a los objetos de consumo infantil-juvenil de décadas pasadas como trasfondo para desarrollar proyectos musicales de distinta calidad, pretensiones y logros finales con la reivindicación de lo naïf e infantil como bandera. El revivalismo en los 90 de toda la parafernalia memorabílica de los 80 (incluida la nostálgica de los objetos de consumo infantil) tuvo que acarrear tarde o temprano la creación de una corriente musical que reivindicase la simplicidad de algunas propuestas de la nueva ola española de principios de los 80 (Los Nikis, Mamá, Luna, Los Trastos o ya rizando el rizo engendros como Goma de Mascar) y por que no, los ídolos generacionales de la música infantil de la época con Parchís a la cabeza y las sintonías de los programas infantiles en una escena musical que a nivel comercial y mainstream navegaba en la indigencia (y lo hace todavía) y que a nivel alternativo estaba totalmente falta de la improvisación, frescura y sentido lúdico del pop de los 80 en medio de toda una pléyade de grupos que cantaban en inglés (Dover, Australian Blonde, Undershakers, Fromheadtotoe) y propuestas bastante distantes de ser himnos generacionales. Así, el tontipop tuvo como uno de sus aspectos positivos la reivindicación del castellano como idioma utilizable en el pop rock alternativo de la época aunque las letras precisamente no eran el fuerte de estos proyectos. Por otra parte, visto esto es lógico pensar que cosas como el programa de TVE La Bola de Cristal (1984-1988) fueron un evidente referente estético e ideológico en muchas de estas bandas, ya que la fusión del pop rock con lo infantil era una de las señas de identidad del mítico programa y de eso dará cuenta el tontipop

Antecedentes musicales del tontipop se pueden encontrar- a parte de en las bandas de los ochenta que hemos mencionado antes- en otros proyectos de aquella década como los gallegos Aerolíneas Federales, que publicaron su primer disco en 1986 y que contaban con dos cantantes postadolescentes, Rosa y Coral, de voz infantil, y temas juveniles, alegres y desenfadados aunque con el poso irónico y gamberro que le imbuía su líder, Miguel Costas de Siniestro Total. Otro grupo con chica de voz  e imagen ingenua, ya a principios de los 90, fue Los Romeos, aunque era más bien una (torpe) versión hispánica de Transvision Vamp. Tampoco hay que olvidar que en los 60 existían grupos como Formula V de pop empalagosa y abrumadoramente comercial que en no pocas cosas recuerdan al tontipop, y es que su sonido estaba basado en el Bubblegum Pop americano de finales de los 60, la primera manifestación en la historia de un pop mas o menos infantil (muchos han calificado al tontipo de neo bubblegum). Algunos citan como influencia decisiva en el estilo el Donosti Sound de los 90 propagado por Family, Las Aventuras de Kirlian y sus herederos Le Mans y La Buena Vida (esto era el Donosti Sound, y no la puta mierda de Alex Ubago y La Oreja de Van Gogh), pero en ninguno de estos grupos está la actitud intrascendente y ramplona de la mayor parte de los tontipoperos, aunque es cierto que en cierta medida instauraron el pop liviano y cristalino de calidad en el panorama alternativo español a base entre otras cosas de cierto regusto por referentes de la cultura pop (ciencia ficción, cine, televisión, libros juveniles) sometidos a una semi infantilización.  Lo cierto es que a finales de los 90 los seguidores del rock alternativo español (generalmente oyentes de Radio 3 y lectores de Rock de Luxe y un tanto culturetas y a veces cools) descubrieron que era posible hacer pop alternativo que gustase a la peña después de comprobar como proyectos ignorados por el mainstream y los grandes circuitos de distribución como Fangoria, proyecto de Dance electrónico lanzado a principios de los 90 por Alaska y Nacho Canut, se convertían en los reyes de las noches en garitos de Malasaña o Chueca. Además, el antes comentado redescubrimiento de las propuestas más naïf de los 80 y el culto a la cultura pop más de andar por casa (juguetes, cómics, discos infantiles, publicidad, televisión, marcas comerciales míticas) propagado por fanzines popófilos (tales como  Fanzine de las Extupendas, De Colores, Flanzine,  Yo-Yo, El Pijama de Ursula, Le Touriste,) y artículos en la prensa musical y ampliamente seguido por los mas alternativos del lugar, animó a muchos y muchas, más allá de tener conocimiento musical o no, a embarcarse en locas aventuras musicales con un afán entre lo cachondo y lo lúdico pero que al final se lo tomaban en muy en serio. La reivindicación de lo hedonista, de los helados, las chuches y las piruletas en una especie de regresión impostada a la infancia para manifestar una felicidad vital un tanto retroactiva fue un elemento común en esos primeros compases del tontipop.       


Los Fresones Rebeldes tuvieron en 1998 el primer hit del tontipop, Al amanecer, que con el tiempo se ha convertido en uno de los temas más conocidos del rock español de los 90 y todo un auténtico himno generacional para los treintañeros actuales que cuando aquello eran veinteañeros gafapastas e indies pero con un poso moñas y por ello es todo un must en los bailoteos de los banquetes de bodas. Su fundador fue curiosamente un treintañero, Miguel Lopez Blanco, profesor de geología y veterano teclista de oscuros grupos de le escena barcelonesa de los 80 que se alío con otro coetáneo, Felipe Fresón Spada, un funcionario de la Diputación de Barcelona que como Miguel fue miembro de olvidados combos en tiempos pasados, y con cuatro chiquillas veinteañeras que en el nuevo grupo que ambos deciden fundar vendrían a  ser  un trasunto actualizado de un combo ye-ye español o francés de los 60 de las actuaciones en matinés estudiantiles, aunque con no pocos elementos del pop ochenteno español más comercial. Al amanecer, su primer sencillo publicado en 1997 por el pequeño sello Spicnic, se empieza oír en emisoras como Radio 3 de la mano de Juan de Pablos a quien les recuerda mucho a los grupos de lo 60 y pronto fichan por Subterfuge, la meca del pop rock alternativo español a finales de los 90. La canción comienza a pincharse en emisoras más comerciales como Los 40 Principales y un realmente tontaina vídeo rodado en el parque de atracciones de Madrid consigue hacer llamar aún más la atención del público. Al amanecer se convierte en un miniéxito de culto entre universitarios a finales de 1997 y pone a Los Fresones Rebeldes en una buena posición dentro de la escena alternativa española, algo insólito tratándose de un grupo que canta en castellano cuando todo alternativo noventero español que se preciase debía cantar en inglés. Publican su primer LP ¡Es que no hay manera! (1997) y sus actuaciones y bolos tienen cierta percusión entre 1997-1998 Tras algunos EPs y cambios en sus filas - pero siempre con el casiotone omnipresente de Miguel Fresón, también guitarrista- el grupo hace un nuevo LP Exitos 99 (1999) y dos años después se disuelve para dar lugar poco mas tarde a un nuevo proyecto heredero, Cola Jet Set. Fueron prácticamente el primer muestrario del infantilismo del tontipop y como tal gran parte de la prensa musical les puso a caldo por su ñoñería e intrascendencia, pero ellos a lo suyo mientras duraron. Más al norte, en Gijón, Nosoträsh, se presentaron al público en 1996 como un quinteto femenino de veinteañeras que cultivaban power pop juvenil, fresco y con letras imaginativas pero ingenuas. A lo largo de 1997, Jesús Ordovás puso en su programa de Radio 3 Diario Pop sus sencillos Voy a aterrizar y Mis muñecas, pop eléctrico divertido con guiños yeyeses y ochentenos más convincente que creaciones posteriores del tontipop; no obstante la voz adolescente de su cantante Natalia y referencias a la infancia en las canciones sitúan a Nosoträsh como una primer precedente del tontipop. Su primer álbum Nadie hablará de… Nosoträsh (1998) contenía significativamente una versión de un tema de Serge Gainsbourg de los 60 Poupeé de cire, Poupeé de son, que ponía en evidencia el gusto de algunos de estos grupos por los referentes más populares de los 60 aunque fuesen cosas tan “domésticas” como el ye-ye de la Europa continental y en concreto la vertiente gala más ingenua (Francoise Hardy, France Gall). Por desgracia esta referencia, que podía haber dado mucho juego aunque fuese un simple homenaje, no aparecerá muy a menudo. 

No obstante, como hemos dicho antes, fueron grupos madrileños como Meteosat los que encendieron la mecha allá por 1998-99. Si al menos los dos grupos antes reseñados tenían conocimiento y habilidades musicales, Meteosat contrario no tenía en sus inicios ni puñetera idea de hacer música o tocar un instrumento correctamente, por ello se puede definir a Meteosat como lo quintaesencial del tontipop: amateurista, limitado, aparentemente pachanguero y lúdico y con más cara que espalda a la hora de presentar creaciones musicales de discutible calidad. La cosa empezó en 1996 cuando el cuarteto Skylab formado en 1996 por Nacho Escolar, Diana Aller, Eduardo Carrasco y Violeta Alcocer se presentó al concurso de maquetas de la revista Rock de Luxe armado con casiotone (al igual que Miguel Fresón) con el que ejecutaba tonadas instrumentales. Poco después pasan a llamarse Meteosat y añaden la voz de Diana para una maqueta que mandan a Diario Pop de Jesús Ordovás y a este le hace gracia, lo mismo que a Elefant Records, otra de las principales escuderías indies patrias de la época que los ficha pensando en que han hallado al grupo alternativo más comercial del momento. Ya no esta Violeta y entran Borja Prieto y Pablo Dopico.  A principios de  1998 publican un EP de tres temas, Los idiomas vivientes en donde muestran su gusto por la imaginería de la ci-fi desde un punto de visto un tanto pueril, algo bastante adecuado a su sonido Casio, chicloso y blando. Además de en Radio 3 los ponen frecuentemente en el programa Viaje a los Sueños Polares, de la Cadena 40 dirigido y presentado por Luis Calvo y Joaco Ezpeleta, para quienes Metosat son ya un grupo de referencia dentro de una incipiente movida pop Indie en castellano.  A finales de año fichan por la multinacional RCA y publican un nuevo EP Mundo de metal., ya sin Pablo que pese a todo seguirá como compositor. Temas como Mi novio es bakala,  banda sonora de un cortometraje de 1999, tienen cierta popularidad a pequeña escala y les hace consiguen actuaciones para el grupo y un contrato con Universal con quines graban su único LP Espunk! (2000), después de despedirse de RCA compañía que no supo como situar su repertorio (si en el circuito comercial o el alternativo). Para entonces, Meteosat se había convertido en un grupo de power pop o punk pop eléctrico y cultivaba una imagen hortera y colorista más manierista que otra cosa. Temas como Vilma, ábreme la puerta demostraban que el grupo no podía ser otra cosa que un producto adolescente o infantil por mucho que ellos intentasen ganar una respetabilidad que en realidad no se esforzaron en merecer. Un año después, Meteosat ya son historia. Posteriormente, Borja y Diana (alias Pin y Pon) terminaron casándose mientras que Nacho Escolar fue director del Diario Público.

Uno de los grupos más representativos del tontipop surgido a la estela de Meteosat fueron La Monja Enana, barceloneses aún más naïves y casiotoneros que estos, lo que no impidió que fuesen radiados continuamente en Viaje a los Sueños Polares y que sus conciertos en diversas salas tuviesen cierto éxito, lo que les convirtió hacia 1999 en un grupo de culto y en un nuevo exponente del Indie pop patrio en castellano (pero ¿realmente existió el Indie pop español más allá del Donosti Sound?). Ana (Anita Dinamita), chica de vocecilla de niña y carita de muñeca barriguitas y su compi Juan, teclista dentro de lo que cabe debutan como teloneros precisamente de Meteosat y en 1999 publican con Elefant el EP Pídeme un deseo  que también es radiado por Diario Pop. El tema estrella es La Monja Enana ya esta aquí que demuestra a las claras la filosofía del grupo: saltitos infantiles, felicidad a lo Pequeño Pony, y torpes referencias al universo de la ciencia ficción más propias de décadas pasadas. Nadie sabe como ni por que, pero Pídeme un deseo  llegó a ser  single del mes en Melody Maker. No obstante, aquella posible proyección internacional del grupo más cargante del movimiento tontipop (superaron con creces el rollo plastidecor de Meteosat) no fue tal y el grupo se disuelve en 2001 tras un bizarro LP bajo el pseudónimo Que Mutada!, proyecto semi humorístico-paródico-autorreferencial con los históricos del tecno pop español Aviador DRO y otros tontipoperos de pro, L-Kan. Pero no importa, Anita Dinamita y Juan vuelven a intentarlo en el periodo 2005-2008 (con el tontipop ya difunto) con dos nuevos LPs y con un sonido algo más “maduro” y elaborado dentro de un electropop ochentero revivalista que  oye, no esta mal del todo. Y triunfaron en esta segunda etapa en México y Sudamerica y todo.  Y en el entretanto, Ana formará parte del supergrupo revivalístico del tontipop, Cola Jet Set, junto con Felipe Fresón. Títulos de las canciones de La Monja: Amor cuántico, La cocinita mágica, Trucos de Salón…Aunque no se puede hablar de evolución propiamente dicha en La Monja Enana ni tampoco han sido gran grupo, lo cierto es que a la larga es de lo más salvable del Tontipop, sobre todo si lo complementamos con Cola Jet Set.        

Tiempo ahora precisamente de hablar de Cola Jet Set, como hemos dicho antes, “supergrupo” con gente de los dos grupos catalanes del género por excelencia, como fueron Los Fresones Rebeldes y los recién citados La Monja Enana: Ana de La Monja, voz principal y Felipe de Los Fresones, voz y guitarra, son los líderes de este grupo fundado en 2004 - paralelo a la segunda etapa de La Monja- y que recupera el pop eléctrico y lúdico de Los Fresones con dos LPs y  un EP hasta la fecha, el primero editado por Subterfuge y producido por el gran Guille Milkyway, del que hablaremos luego y los trabajos posteriores por Elefant. Al igual que la Monja Enana, una propuesta mucho más elaborada (y con cierto encanto) que dignifica el tontipop dentro de lo que cabe y señala la supervivencia del género dentro de un seguimiento, eso si, muy reducido (y es que el panorama Indie español ya no es lo que era) Agradable pop alternativo electroacústico de calculada e inteligente inocencia: poca tontería conceptual y mayor autocredibildiad en la ya treintañera banda, quien homenajea la historia del pop y sus lugares comunes de una manera que el tontipop de finales de los 90 debía haber hecho. Y junto a estos grupos más o menos punteros, un buen puñado de bandas que dejaron su impronta en el estilo: Niza (1998-2003), parejita de frikis que intentaron ser los más afectados y culturetas de todo el movimiento y que trataban aunar Le Mans con las chicas pop los 60 (Sandie Shaw, Claudine Longet)- y por ello le molaban a Luis de Pablos en Radio 3- ; TCR (1998-2002), el grupo paralelo de Felipe Fresón que aguantó durante la existencia del grupo matriz y que poco aportaba en comparación al sonido Fresones; Vacaciones, L-Kan, La Pequeña Suiza… Por no hablar de los bizarrísmos Blas y las Astrales, proyecto que era casi una parodia superlativa del tontipop, donde el frikismo y la cultura nerd se apropiaban del género y lo reciclaban en una divertida broma que resultaba algo así- intelectualmente hablando- como una suerte de tontipop punk, dodne se canta a la telebasura o al detergente Dixan. El misterioso Blas Chinchilla y sus chicas, todos ellos convenientemente encapuchados cual Residents tontipop, solo publicaron un LP Blas y Las Astrales son fenomenales en 2000 y dejaron temas como Drogas Duras, Somos de Saturno  o Me satura tanta cultura. Una broma frikaza y chorra con cajas de ritmo cutres propias del género que resultó enormemente divertida.   

La Casa Azul, en su versión "virtual"

Pero si hay un proyecto que realmente dignifica el tontipop ese es La Casa Azul.  Lo más genial refrescante e inteligente no solo del tontipop, sino del pop alternativo español de los últimos 15 años. Porque La Casa Azul es un proyecto (que no un grupo) que ha sabido plasmar perfectamente en sus canciones y en su concepto el espíritu mas simbólico (e intrascendente) de la cultura pop desde la década de los 60 hasta los 90, jugueteando con diversos iconos y standars sociológicos lúdicos de finales del siglo XX y principios del siglo XXI  que de un modo u otro homenajea el feliz y alegre  background anímico que hizo posible cosas como el Sonido California de los Beach Boys, el pop español de “los conjuntos”, el Bubblegum Pop, The Monkees, las bandas sonoras de filmes comerciales, las alegres sintonías de la tele, la era pop de los 60, la Movida madrileña y por que no, la música infantil española de principios de los 80 con Parchís, Regaliz, Enrique y Ana, etc. Y en la temática amor, desamor, felicidad, anhelos y también frustraciones. En definitiva, todas las premisas tradicionales del tontipop solo que esta vez sublimadas en un concepto verdaderamente inteligente y letras ingeniosas. Su artífice, la única persona responsable de la marca La Casa Azul, Gillem Vilella, mas conocido como Guille Milkyway (Barcelona, 1974) es un compositor, productor y cantante tal vez musicalmente limitado pero de enorme visión conceptual que tras unos comienzos a mediados de los 90 como Milkyway en Barcelona, a finales de la década decide trasladarse a Madrid y se integra en el ambiente juvenil Indie de Malasaña. Allí concibe su proyecto fantasma La Casa Azul con el que graba tres maquetas entre 1998 y 1999 presentándolas como temas de un grupo (en realidad inexistente) del mismo nombre. Una de las maquetas, Galletas se pincha continuamente en Radio 3 y Los Sueños Polares (que novedad) y como era de esperar, Luis Calvo, presentador del programa de Cadena 40 y ejecutivo de Elefant  contrata a La Casa Azul para dicho sello y es entonces cuando Milkyway desvela que como grupo La Casa Azul no existe y que pretende que un grupo de actores y modelos adolescentes actúen en playback en videos y programas de televisión y pongan su imagen en los discos, aunque en un principio son solo unos dibujos en las portadas de estos. Una idea poco frecuente en el pop español a lo largo de la historia pero que estaba claramente tomada de casos como el de The Archies en EEUU a finales de los 60, unos personajes de una famosa serie de dibujos animados que editaron singles interpretados por músicos y cantantes de estudio (su mayor éxito la célebre Sugar Sugar) convirtiéndose en el primer grupo virtual de la historia. Los “Archies” españoles de Guille Milkiway a partir de 2002 serán de carne y hueso: unos monos chicos y chicas postadolescentes vestidos con ropa demodé de vistosos colorines, blancas y premeditadamente estúpidas sonrisas,  actitud vitalista y desenfadada y de (falsos) nombres David, Clara, Oscar, Sergio y Virginia. Tras ser grupo revelación en Viaje a los Sueños Polares, en 2000 llega el primer EP del grupo, El sonido efervescente de la Casa Azul y se empieza a saber todo el embolado (ya sospechado por muchos), con Guille actuando el solito con sus teclados en escasos pero selectos conciertos y la peña se maravilla y con razón ante la ocurrencia del grupo de juguete. Y desde el punto de vista musical,  el primer EP de La Casa Azul es pop electrónico-eléctrico alegre, pueril e intrascendente pero más encantador que cualquier otro producto del tontipop coetáneo y temas como Galletas, todo un himno del desenfado, se oyen y gustan a públicos bien variopintos. En 2003 se publica el primer LP Tan simple como el amor  con los chavales elegidos en un casting por institutos por Milkyway y al casa Elefant comienzando a actuar en programas de la tele y a dar conciertos en playback.  La imagen inmaculada y casi de cómic de los miembros-actores del grupo consigue además atraer la atención del público de espectacular manera.

  Guille Milkyway= La Casa Azul
Temas tan refrescantes como Superguay o En noches como las de hoy, del primer disco del grupo, se convierten en temas de culto entre amantes del pop alternativo y Milkyway comienza a actuar asiduamente en salas y festivales como el FIB de Benicassim mientras que los cinco rostros del grupo hacen lo propio en programas de TV. Guille Milkyway demostró un enorme talento para construir melodías pegadizas que le abrió puertas para componer sintonías de televisión (Zona Disney, Golosinas) o bandas sonoras de cine (El asombroso mundo de Pocholo y Borja Mari). La Casa Azul como proyecto estrictamente musical de Guille Milkyway va ganado terreno algrupo virtual, y por ello las apariciones de los cinco chicos menguan con el paso del tiempo. Si en el periodo 2005-2007 Guille se recorre España de gira, el grupo virtual realiza sus últimas apariciones como las del single Como un fan (2005), apoyado por un ingenioso video. A partir de 2007, Guille Milkyway se convierte en el protagonista visual principal de su proyecto y dará luz a dos nuevos LPs de La Casa Azul La Revolución Sexual (2007), que contiene la canción que da título al disco y que fue candidata para el festival de Eurovisión, y La Polinesia Meridonal (2011): ahora el sonido del proyecto es más bailable y electrónico y los cinco miembros virtuales aparecerán en videoclips en el rol de androides. Convertido ya en un artista reconocido por el público y la crítica, Guille Milkyway ha demostrado como el tontipop puede evolucionar y ser además un producto vendible y respetable por puristas de la música. Cosas como la canción publicitaria Amo a Laura (2006) -interpretada por nuevo un grupo fantasma, los Happinnes-  ponen en relieve el dominio de Guille de todo el entramado de la música popular contemporánea y sus trampantojos. La producción de discos de La Monja Enana o Colajet Set, varios EPs y singles sueltos con La Casa y colaboraciones varias completan el perfil profesional de este curioso orfebre de lo engañosamente intrascendente y apologista de lo banal pero encantador que en sus directos acomete temas de Rapahel, Pedro Marín o Jackson Five. La Casa Azul, dicho sea de paso, fue el único proyecto tontipop que resistió y sobrevivió como dios manda al paso del tiempo.   

Así, pese que a partir de 2003 se vio que la cosa no daba para más y el tontipop, piruleta pop o ñoñipop desapareció con sus piniponescos protagonistas -a excepción de los casos comentados de Cola Jet Set y La Casa Azul, mas sólidos y de más fuste y que poco tenían del concepto ramplón primigenio del tonti- y el resto de la década de 2000 el género cayó en el olvido, algún fenómeno reciente reivindica el resurgimiento del tontipop: Papa Topo, dúo balear mixto formado por dos teenagers, Adriá y Paulita que en 2010 irrumpen en la escena musical del megaupload, itunes y las canciones descargadas a tutiplén con temas tan deleznable y premeditadamente frikimoñas como Oso Panda o Lo que me gusta del verano,  una revisitación del tontipop hecha de manera manierista y  cuasi paródica (lo cual es rizar el rizo) pero como era de esperar tomada en serio por sus artífices (lo cual es rizar el rizo aún mas si cabe). Elefant Records, tal vez con nostalgia, estaba apoyándoles discográficamente. Hoy en día, en 2012, el tontipop se ve como un divertido y curioso juego que duró lo que tuvo que durar y dio algún que otro momento de diversión musical que era de agradecer especialmente dentro de la muchas veces demasiado cerrada y limitada escena alternativa española de finales de los 90 y principios de los 2000. No pudo (y ni quiso) hacer resurgir a nivel comercial el pop lúdico en castellano, pero sus artífices y sus seguidores e lo pasaron pipa y eso tampoco es algo reprochable. Al fin de cuentas, ese era su objetivo real y lo consiguieron

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